Economía

Un bocado arquitectónico

El proyecto 'Tamiz de sombras’, liderado por tres arquitectos andaluces, ha conseguido el segundo lugar en el concurso para construir el Pabellón de España en la Exposición Universal Milán 2015, dedicada a los problemas de la alimentación.

el 02 abr 2014 / 22:41 h.

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  Un recubrimiento exterior formado por un entramado que simula hojas de vid, olivo y encina que tamizan la luz, proyectando sombras como lo haría un emparrado o una pérgola, es la seña de identidad del pabellón diseñado para la Exposición Universal de Milán 2015 por un grupo de profesionales andaluces, que ha quedado segundo en el concurso convocado para construir el Pabellón de España. Bajo el lema Tamiz de sombras, un equipo liderado por los arquitectos Fernando Suárez Corchete, Javier Terrados Cepeda y León Carlos Álvarez Riaño, los tres con estudios en Sevilla, se ha enfrentado al que probablemente ha sido hasta el momento su proyecto más ambicioso, «por la alta competencia que suele haber en estos concursos, dado que los pabellones nacionales de las exposiciones universales los suelen realizar arquitectos muy reconocidos», explica Suárez Corchete. El proyecto ganador, obra del estudio barcelonés B720 Fermín Vázquez Arquitectos con el lema El lenguaje del sabor, recibirá un premio de 12.000 euros y construirá el Pabellón de España con un presupuesto de 918.146 euros. El segundo lugar conseguido por la unión de empresas andaluzas les reportará un premio de 6.000 euros. En Tamiz de sombras, la llamativa estructura exterior que unifica las tres partes del pabellón la forman piezas basadas en tres hojas que representan la gastronomía española, ya que la muestra universal, titulada Alimentar el planeta. Energía para la vida, se centrará en los problemas de la alimentación en el mundo, uno de los Objetivos del Milenio de la ONU para 2015. Realizadas en composite reciclado, en color verde, las hojas de vid –que evoca el vino–, olivo –aceite– y encina –esencial en la crianza del cerdo ibérico– se entrelazan sobre una cristalera, buscando el efecto invernadero para ayudar a climatizar de forma natural el pabellón: mediante un sistema de bisagras, se puede abrir o cerrar, dejando pasar más o menos luz del sol, para regular el calentamiento del interior. Y:Datos?1_CONCURSOS14_04-Expo Milano 2015?3_enproceso_17feb2En su interior, el pabellón acoge un espacio expositivo que gira en torno a los mismos tres elementos, vino, aceite y jamón, en un recinto cerrado que evoca las proporciones de la Capilla Sixtina al considerar estos tres alimentos una especie de «Santísima Trinidad», tal y como explica el arquitecto, en el que los frescos de los techos se sustituyen por proyecciones sobre «los productos, las artes y las técnicas que alimentan el mundo» y que complementan los paneles de las paredes. Por primera vez, el concurso convocado por Acción Cultural Española, responsable de la presencia de España en las exposiciones internacionales, plantea el pabellón y los contenidos como un proyecto integral, por lo que el diseño arquitectónico y el temático han ido de la mano. «A veces se han hecho pabellones muy interesantes con muy poco éxito de público porque estaban vacíos o tenían contenidos muy simples, y de esta forma se intenta evitarlo», indica Suárez Corchete. En este caso se ha buscado la comodidad hasta en el lugar reservado a hacer cola, con un acceso «como si de caminos entre cultivos se tratase», en los que el visitante camina por una alfombra de plantas olorosas que hacen más agradable la espera. Desde allí puede verse el porche-escenario de la fachada principal, con una textura terrosa coherente con su entorno, pensada para espectáculos de danza vertical. El pabellón se completa con un salón multiusos y una zona de restauración formada por pequeñas islas que permiten diferenciar el tipo de oferta gastronómica que ofrece cada una y que se ha pensado como un «lugar de encuentro libre, informal, festivo, como una verbena, una velada o una pequeña feria bajo un emparrado» en el que los comensales fluyen libremente, ideas que entroncan con la tradición española. La construcción debía basarse en elementos prefabricados: una serie de pórticos paralelos sustentados con una estructura de tubos y placas de hormigón que se construirían en España y se trasladarían en camiones para montarlos en Milán en el menor tiempo posible. Así lo requería el pliego de condiciones, para minimizar las obras en un recinto que prevé acoger en Milán a más de 180 países y 20 más de millones de visitantes entre el 1 de mayo y el 31 de octubre de 2015, según recordó en un comunicado Acción Cultural Española. El pabellón ha sido diseñado por un equipo de 21 personas, todos andaluces. El director del proyecto, Javier Terrados; el director del equipo de arquitectura, Suárez Corchete; y el del proyecto expositivo, Álvarez Riaño; contaron con la colaboración de Ricardo Díaz Garrido como responsable de estructuras; y de Guillermo Vizcardo Galache como asesor de hostelería. Los responsables del pabellón tenían asimismo el compromiso de participar en la oferta gastronómica por parte de Julio Fernández Quintero, copropietario del Restaurante Abantal, poseedor en la actualidad de una estrella Michelin por sexto año consecutivo y de dos soles de la Guía Repsol. Terrados y Suárez comenzaron a colaborar desde que el segundo inició su trayectoria, en torno a 1992, y a construir juntos desde 1995. En 2007 recibieron el Premio Nacional a la Calidad de la Vivienda 2005 del Ministerio de Vivienda, en la modalidad de Promoción Pública, por un edificio de 68 viviendas en el sevillano barrio de San Jerónimo. Álvarez Riaño, que fue alumno de Terrados, se especializó en arquitectura de contenidos. Inició su trayectoria trabajando en varios pabellones de la Exposición Universal de Sevilla en 1992, y desde entonces ha realizado proyectos para numerosas exposiciones universales e internacionales.

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