Bastaba con pasear por los aledaños de las casetas para comprobar de primera mano cómo los trianeros toman las calles del barrio para vivir en ellas estos días señalaítos. Unas casetas en las que el público iba creciendo casi a la vez que la noche caía sobre la ciudad y el calor daba una cierta tregua para atreverse a salir de casa con la fresquita. Del Altozano a la Plaza de Cuba, la calle Betis era la perfecta simbiosis de dos modelos antagónicos de Velá. Fíjense en los detalles. De un lado, los miles de sevillanos que cuando cae la noche desembocan en ella desde el puente, San Jacinto y aledaños. Ellos saben a lo que van. Se reúnen con amigos, toman una copa e intentan echar una risas poniendo su voz por encima del volumen del hilo musical unificado que predomina en esta edición. De otro aquellos turistas que, sorprendidos por esta fiesta de siglos de historia, ven en la Velá de Santa Ana un espejismo veraniego de esas casetas de la Feria de Abril que hasta ahora sólo habían podido ver en fotografías y videos. Y encima, de entrada libre. Era el paisaje de anoche, aunque ciertamente podía ser una radiografía de cualquier otro día de esta fiesta. La de ayer adquiría cierto protagonismo en el escenario del Altozano, donde desde primera hora de la tarde comenzaba a celebrarse el concurso de sevillanas. En su haber un jurado de excepción formado por Cristina Hoyos, Pepa Montes y Matilde Coral, tres figuras que despertaron el respeto y cariño del público que abarrotaba la plaza. Eso ocurría junto al puente, en Betis la fiesta seguía y, lo más importante, no tenía visos de acabarse. Pocos planes mejores tiene esta ciudad en el mes de julio que disfrutar de Triana cuando llega su velá.