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Un buque estudiará los seísmos a seis kilómetros de profundidad

El primer observatorio de terremotos del mundo, que permitirá examinar de forma directa la actividad terrestre a unos 6.000 metros de profundidad, estará listo antes de 2012 en Nankai (Japón). España ha participado en este proyecto internacional.

el 15 sep 2009 / 01:11 h.

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El primer observatorio de terremotos del mundo, que permitirá examinar de forma directa la actividad terrestre a unos 6.000 metros de profundidad, estará listo antes de 2012 en Nankai (Japón). España ha participado en este proyecto internacional.

Así lo explicó ayer en rueda de prensa la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) María José Jurado, que ha representado a España durante la primera fase del proyecto Nantro SEIZE, realizada a bordo del mayor buque oceanográfico del mundo, el Chikyu (Tierra, en japonés).

Durante la primera fase de la expedición, que ha tenido lugar entre septiembre de 2007 y febrero de 2008, el equipo ha realizado el reconocimiento más exhaustivo que se ha llevado a cabo hasta el momento en una zona sismogénica. Las primeras perforaciones, realizadas hasta a 3.830 metros bajo el nivel del mar, se han llevado a cabo en la zona donde se desarrollará el proyecto en su totalidad: el área de convergencia entre dos placas tectónicas, a unos 100 kilómetros de la costa este de Japón, donde se esperan terremotos de magnitud superior a los 8 grados en la escala Richter en los próximos 30 años.

Para ello, el equipo de científicos, procedentes en su mayoría de Japón y Estados Unidos, ha desarrollado un trabajo de excavación y recogida de muestras de rocas, que les ha permitido identificar abundantes depósitos de hidratos de gas (metano), localizados a una profundidad de entre 220 y 400 metros.

"Era algo que no se estaba buscando ni se esperaba, pero permite la caracterización geológica y petrofísica de los materiales atravesados, así como estudiar su potencial de recursos económicos y evitar futuros riesgos inherentes a la presencia de gas en el subsuelo", explicó Jurado.

Además de esos depósitos, observados mediante imágenes orientadas de microrresistividad y diversas técnicas de testificación geofísica avanzada, se han registrado cambios en la orientación de los esfuerzos tectónicos (la fuerza a la que se ven sometidos los materiales geológicos terrestres).

Todos esos datos, señaló Jurado, deberán cruzarse el próximo año con los recogidos en las dos siguientes fases de este proyecto (integrado en el Programa Integrado de Perforación Oceánica -IODP, en sus siglas en inglés-), con el fin de "poder entender lo que pasa en la Tierra antes de que se produzcan los terremotos".

Jurado dijo, además, que es "muy posible" que otras iniciativas de prospección en áreas de Europa de elevada actividad sísmica pudieran llevarse a cabo también a bordo del Chikyu u otros buques de "gran capacidad", como el Joides Resolution. Según la investigadora, el objetivo es "ir al punto en el que se genera el terremoto" para "ver todo lo observable" mediante la instrumentación más avanzada de la que se dispone en la actualidad, algo que, incidió, sólo se hace ahora en Japón y en la falla de San Andrés, en California.

La científica reconoció que, aunque el tsunami ocurrido en diciembre de 2004 en el Océano Índico "puso en evidencia la falta de una gran red de alerta", "no vamos a poder evitar los terremotos", por lo que el objetivo es "tratar de entender la Tierra y prepararnos para sus movimientos". "La Tierra es así, es revuelta, y hay zonas como Japón, Hawai o Tenerife que existen gracias a esa actividad, que es necesario entender", apuntó la investigadora.

Zonas cero.

Además, destacó el interés que la expedición ha suscitado en la sociedad japonesa, donde se ha realizado una película sobre el asunto y donde "la sensibilidad en torno a los riesgos geológicos es muy grande". Una de las zonas sismogénicas de la fosa de Nankai dio lugar a dos terremotos de magnitudes superiores a los ocho grados en la escala Richter, acaecidos en 1944 y 1946, que provocaron la muerte de más de 1.300 personas en cada uno.

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