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Un cambio "de la noche a la mañana"

Los comerciantes afirman que hay el doble de afluencia y que las ventas subieron, pese a la crisis, un 30%

el 18 dic 2011 / 20:39 h.

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Domingo Alcantarilla se jubila en enero después de 53 años trabajando en el mercado de la Encarnación, en el antiguo, en el provisional y en el nuevo, bajo las ‘setas’.

Se acabó trabajar con el abrigo y la bufanda en invierno y aguantar hasta 50 grados en verano, se acabaron las goteras, la falta de agua corriente... las miserias. El mercado de la Encarnación, tras resistir 37 años de provisionalidad en lamentables condiciones, cumple hoy un año bajo las setas. Con aire acondicionado, calefacción, pantallas digitales, lo último en cámaras frigoríficas... El balance que hacen los comerciantes es bueno, porque mejoraron "de la noche a la mañana" sus condiciones laborales y porque ahora la afluencia de público al mercado se ha "duplicado o triplicado", lo que no significa que también lo hayan hecho las ventas, aunque el negocio sí ha mejorado.


"Las ventas han subido entre un 30% y un 40% respecto al año pasado, cuando estábamos en el otro mercado", apunta Juan Vázquez, presidente de la cooperativa de comerciantes. Sólo hay un pero, la falta de aparcamiento, y flecos que limar con Sacyr para mejorar más el día a día de la gestión del mercado. Está por ver, por ejemplo, el futuro de los tres puestos vacíos.


"Gracias a que estamos aquí soportamos la crisis. Esta racha en el otro lado hubiera sido la puntilla para muchos", advierte Domingo Alcantarilla, uno de los comerciantes más antiguos y protagonista sin duda del mes. Y es que el titular del primer aniversario del mercado bajo el Metropol Parasol comparte cabecera con la jubilación de Alcantarilla, toda una institución.


En enero se jubila tras 53 años trabajando de 3.00 de la madrugada a 4 de la tarde. "Empiezan los achaques y cada día me cuesta más salir a las 3 de la mañana de casa", explica Domingo, que admite que al principio ayudará a su sucesor en el puesto, el hermano de un yerno. "Mi hijo es enfermero, una de mis hijas es maestra y la otra es comercial, se podría quedar aquí, pero tiene dos hijos y este horario es imposible para una madre", apunta lamentando la dureza del trabajo.


Mari Ángeles Molina tiene 56 años y entró a trabajar en el mercado de la Encarnación el día que se mudaron a la plaza provisional, hace 38 años. "Me metí con mi padre en la pescadería y aprendí poco a poco. Todo lo que soy es por mi padre, quiero que lo escribas", recalca después de enseñar una de las fotos antiguas que adornan el mercado en la que sale su padre. Ella empieza a trabajar poco antes de las 7 de la mañana, pero su marido lo hace a las 4 de la madrugada. "Es un trabajo muy duro", lamenta tras contar que no hay invierno que no le salgan sabañones en los dedos de manipular la nieve. Eso sí, está feliz por haber dejado atrás el "frío bestial y los 50 grados o más en verano" del antiguo mercado. Ella también cifra la subida de las ventas en un 30% desde la mudanza y también es consciente de que ninguno de sus tres hijos seguirá su camino.


¿Y qué opinan de la ocupación del antiguo mercado por el movimiento del 11-M? Domingo cree que no debió permitirse y que la familia propietaria debería darle pronto un nuevo uso. Mari Ángeles lo comparte y da ideas: "Mientras antes hagan lo que sea, mejor, aunque yo estuve allí y lo tienen limpio e incluso adornado. Debería ser un parking", apostilló. ¿Y si es para un supermercado? "Eso nos daría la puntilla", avisa ante los rumores de que podría instalarse Mercadona.


Mientras, los clientes -de la zona y de más allá- alaban la higiene del mercado y la calidad de sus productos. José Cena Díaz es vecino de San Juan de Lasalle y cada día da un paseo de media hora con destino a la Encarnación. Mientras Rafael le corta unos filetes de hígado, recuerda que en la otra plaza "había que entrar con paraguas".

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