La cita era a las 12 de la mañana. Una decena de voluntarios, a los que se podía unir todo el que se sintiese con ganas, con muchas ganas, iban a tirarse al río Guadalquivir para protestar contra el daño que causan las presas en los cauces fluviales y para exigir, como apuntaba la organización WWF , "unos ríos libres". La iniciativa se encuadra dentro de una protesta europea llamada Big Jump (Gran Salto), impulsada por la Red Europea de Ríos y que consiste, ni más ni menos, en un chapuzón colectivo.
Lo cierto es que no hacía falta zambullirse para darse cuenta de que el agua del Guadalquivir no es la más atractiva para un baño de verano. Pero los hay comprometidos y ayer, en el Muelle de la Sal, había unos cuantos.
Bárbara Fernández, de 29 años, ya ha saltado tres veces en señal de protesta. Dice que en estos años el estado de las aguas del Guadalquivir no ha mejorado. "La calidad brilla por su ausencia", apunta su compañero, Felipe Fuentelsaz, responsable de Doñana en WWF. "Las presas de Alcalá del Río y de Cantillana provocan obstáculos importantes. Dos especies, el esturión y el sábalo, se han extinguido y con ello la actividad económica que generaban y que es vital para muchas localidades", explica.
Un informe de WWF señala que las citadas presas actúan como tapón impidiendo que las especies se desplacen a lo largo del río para realizar distintas fases de su ciclo reproductivo.
Pero las presas no son el único problema del Guadalquivir. El otro caballo de batalla de WWF es el dragado del río. "Nuestra posición es no al dragado" , afirma Fuentelsaz, que añade que "el estuario está en muy malas condiciones y cualquier obra de profundización acabaría con él".
Afirma con rotundidad que "no podemos jugar con un espacio como Doñana" y no duda en denunciar que el Puerto de Sevilla ha incumplido el acuerdo de no dragar el río sin la presencia de científicos. "La última semana el Puerto ha estado dragando el río, primero con bandera danesa y luego con española, rompiendo el compromiso de hacerlo con científicos".
Denuncias aparte, lo que importaba ayer era la protesta y su puesta en escena. Los voluntarios elaboraron dos pancartas con los lemas "Liberando ríos" y "Sigue la corriente al río" y se prepararon a conciencia para el baño: se pintaron la cara con ceras de colores y se colocaron redes emulando a animales contaminados. Hasta que llegó el momento.
Hacia las 13 horas, los valientes se colocaron en una plataforma y, tras la imprescindible cuenta atrás, se dieron el chapuzón de rigor. En teoría, todos deberíamos poder hacerlo en 2015. Una directiva europea obliga a que para entonces los ríos europeos se hayan recuperado y podamos bañarnos como se hacía cien años atrás.
Juana, una niña de siete años que paseaba por el muelle con su padre, José, de 46, se animó a colorear la pancarta pero a la propuesta del baño dio un rotundo no. Quizá en 2015 y con el río de otro color cambie de idea.