Las hay justificadas y las hay que no pero, en general, las fuertes subidas de precios de los alimentos se sustenta sobre la mayor demanda internacional, que atañe en especial a cereales, oleaginosas y productos lácteos, la especulación de los fondos de inversión, que llegan a las materias primas espantados de la bolsa y buscando, pues, rentabilidades seguras y, por último, y por lógica, la evolución local de las cosechas.
Acudamos a la principal comunidad agraria española, la andaluza. A pesar de que se esperaba un fuerte empuje de los trigos tras la supresión, por parte de Bruselas, del barbecho obligatorio, el crecimiento registrado en la superficie sembrada, del 13%, hasta las 504.839 hectáreas, no será acompasada por una subida de la producción de igual calado, sino que quedará sólo en un 2%, con 1,5 millones de toneladas. Es más. La variedad blanda, que es la utilizada para la industria harinera y de repostería, descenderá el 5%, con unas 564.788 toneladas, según las recientes previsiones de la Consejería de Agricultura.
Girasol. En la comunidad se estima que sus fincas arrojarán un 33% más de pipa, con 410.400 toneladas. Sin embargo, y tal y como explica la patronal agraria Asaja de Sevilla, sus cotizaciones siguen al alza a nivel internacional, a lo que contribuye su uso para elaborar biocarburantes.
Sempiterna ha sido siempre la disputa entre ganaderos y empresas a costa del precio de la leche. Tres circunstancias se unen en la tendencia al alza en España. Primero, el cupo de producción asignado por Bruselas, que es casi un tercio inferior a la propia demanda nacional. Segundo, que la industria no ha tenido más remedio que ceder ante las reivindicaciones de pago del campo. Y tercero, que la India y China crecen en capacidad adquisitiva y han descubierto un producto vedado antes a la mayoría de su población.
El sorprendente encarecimiento en los limones del que habla el Ministerio de Industria, el 64,21%, se debe por un lado a que los precios de las dos últimas campañas estaban, a juicio del sector, "muy bajos", y por otro, al recorte de las plantaciones y, por ende, de la cosecha. Así, la superficie andaluza actual es de 7.847 hectáreas, frente a las 8.209 de promedio para el periodo 2003 y 2006. Pero habría que añadir un tercer elemento: la mayor organización por parte de los productores de cítricos al vender sus mercancías.
En el caso de otros productos frescos fuertemente revalorizados, como el pollo o los huevos, cabría recordar el impacto del aumento de los cereales y oleaginosas sobre los piensos.
Y un detalle para el remate. El campo traslada a sus cosechas la subida de los carburantes, al igual que lo hacen las empresas envasadoras. Tampoco faltan, asimismo, quienes (comercio) compensan las menores ventas por la crisis económica subiendo precios.