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Un cuento ataca la construcción del asilo y de los aparcamientos

Francisco José Cid Galván y Juan Manuel Begines Troncoso, los autores de las populares Manchonerías y del cuento Duardín y los martinitos, presentarán el día 13 su segundo relato de ficción, que critica el futuro asilo de ancianos y la construcción de aparcamientos.

el 14 sep 2009 / 21:17 h.

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Francisco José Cid Galván y Juan Manuel Begines Troncoso, los autores de las populares Manchonerías y del cuento Duardín y los martinitos, presentarán el día 13 su segundo relato de ficción, que critica el futuro asilo de ancianos y la construcción de aparcamientos.

El cuento se llama Carlota y la panda del porche, una fantasía para criticar un futuro inminente en Los Palacios y Villafranca cuyos ingredientes modernos no gustan a los inquietos autores: la residencia de ancianos a punto de estrenarse, los aparcamientos o los toldos de la Plaza de España.

El segundo cuento que publican los autores de Manchonerías (volúmenes en los que se reflexionaba sobre las costumbres y los vocablos en peligro de extinción en Los Palacios y Villafranca) trata sobre las aventuras de unos zagales y ha sido ilustrado ingenuamente por una niña, Celia Cid, pero el relato de Carlota y la panda del porche no tiene nada de inocente.

Trufado de referencias locales, el cuento narra las correrías de unos chicos idealizados por la nostalgia de sus autores: disfrutan más del juego al aire libre que de los ordenadores, roban peritos agrios en los manchones, llaman a las calles palaciegas por sus antiguos nombres, prefieren tostadas con alegrías a las hamburguesas y son aficionados a la historia de su pueblo.

Aunque se pasan las horas en el porche de la iglesia de Santa María la Blanca y el monaguillo les deja subir a la torre, la protagonista, Carlota, lee detalles sobre los orígenes de Los Palacios, nacido en torno al castillo hoy desaparecido de Pedro I el Cruel, y de Villafranca, cuyos habitantes se rebelaron ante el intento del duque de Arcos de comprar la villa en el siglo XVII.

La trama transforma al profesor de historia de los chicos en Fadri (nombre con reminiscencias medievales de Don Fadrique), quien les cuenta el secreto de que los habitantes de Villafranca lograron comprar la libertad del pueblo con el oro que el propio Cristóbal Colón escondió bajo la plazoleta del castillo y los lleva al futuro con el artificio de meterse en una tinaja.

Una vez en el año "dos mil ciento y pico", la panda de Carlota sufre al contemplar una Plaza de España "que ya no era peatonal", unas calles "manchadas de aceite" y unos parques y patios de colegios convertidos "en aparcamientos". La profecía no parece casual si se tiene en cuenta que comerciantes y Ayuntamiento debaten actualmente si abrir una vía rodada por la Plaza de España y están a punto de iniciarse proyectos para la construcción de al menos tres aparcamientos, entre ellos, uno en el patio del antiguo colegio Juan José Baquero.

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