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Un culebrón rural llega al juez

Una mujer de El Coronil reivindica ser hija de un importante ganadero de la provincia, ya fallecido. Reclama a su supuesto hermano parte de la herencia, valorada en 15 millones

el 02 may 2013 / 09:00 h.

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Sofía Reguera posa con su hija, que muestra su DNI. Sofía Reguera posa con su hija, que muestra su DNI. Sofía Reguera se verá mañana las caras en el juzgado con quien dice que es su hermano para pleitear, precisamente, porque esta relación fraternal sea reconocida y, por tanto, la Justicia avale que ambos son hijos del mismo padre, un importante ganadero de la provincia cuya herencia, estimada en unos 15 millones de euros, gestiona ahora en exclusiva el supuesto hermano de Sofía. La historia se remonta a los años 40 y no difiere mucho de cualquier telenovela actual que, no en vano, alguna inspiración real tienen. La madre de Sofía, Rosario, era criada de la familia de su supuesto padre en una finca próxima a El Coronil. Siendo ambos solteros, mantuvieron una relación durante seis años que nunca fue bien vista por la familia del ganadero por la diferencia de clases pero que, incluso cuando los separaron al quedar Rosario embarazada, se mantuvo en la clandestinidad, según el relato de Sofía y su entorno, durante años. La familia del ganadero alejó a Rosario de la finca al conocer su estado bajo el engaño de un supuesto traslado y de que la volvería a llamar para seguir trabajando con ellos. Sin embargo, nunca fue así y al joven ganadero lo casaron rápidamente con una chica de su clase. Pese a todo, según el entorno de Sofía, nunca se desentendió de su antiguo amor y de la hija de ambos. Aunque no conservan ninguna carta o documento “porque en mi familia nunca se quiso remover nada, mi abuela –Rosario– era analfabeta y enfrentarse a los poderosos en aquella época supongo que daría miedo”, explica la nieta de Rosario e hija de Sofía, la pareja siguió en contacto e incluso viéndose en la clandestinidad “gracias a una vecina cómplice, que ya murió”. En el juicio testificaran compañeros de colegio de Sofía, que ahora tiene 63 años, que recuerdan cómo un hombre “a caballo, que llamaba la atención en un pueblo humilde” acudía a hacer fotografías a Sofía a la escuela cuando ésta tenía “seis o siete años”. Sofía no se acuerda de eso pero sí de un verano en el que tenía 11 años y unos tíos suyos que aún trabajaban para la familia del ganadero la llevaron a la finca de vacaciones, pero su presencia “generaba conflicto y les pidieron que se la llevaran”. Rosario, que murió en 2004, nunca quiso reclamar nada y fue a partir de 2008 cuando la propia Sofía con su hija empezaron a investigar. El supuesto padre de Sofía murió joven, con 47 años, y sin dejar testamento. Su único hijo de su matrimonio legítimo heredó todas sus fincas y reses de toros de lidia. Meses después de comenzar las investigaciones “para saber cuándo murió y dónde estaba enterrado”, con el fin de poder exhumarlo en caso de iniciar la demanda, el hijo del ganadero ordenó incinerar el cuerpo de su padre, pese a que “llevaba 38 años muerto”, y los de sus abuelos. Por orden judicial, se hizo una prueba de ADN a Sofía y su supuesto hermano que determinó que hay 418 probabilidades frente a una de que exista relación fraternal entre ambos, aunque no será concluyente. A Sofía le han ofrecido dinero para zanjar el asunto pero la negociación se ha roto e irá á juicio.

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