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Un cumpleaños ¿feliz?

el 17 mar 2012 / 20:00 h.

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Paco Valladares.
Suena fatal, tiene mala prensa, los que la disfrutan no reconocen que les gusta y en los últimos tiempos su efecto en las redes sociales ha provocado una ¿obsesión? por limpiar la imagen de muchas televisiones. La telebasura es todo un fenómeno televisivo que ahora cumple 15 años. Ximo Rovira, el 13 de marzo de 1997, estrelló metafóricamente la botella de champagne en Canal 9 e hizo que arrancara una nueva forma de hacer televisión. Tómbola nacía y con ella una renovada prensa del corazón a la que siguieron los talk shows, los debates poco ortodoxos, los realities y ríos de tinta en los que impregnaron e impregnan sus huellas detractores y defensores.

Con Tómbola se dio, por tanto, el pistoletazo de salida a la considerada, por los mismos medios, como telebasura. Después ya vendrían los diarios de..., los sálvames, los grandeshermanos, La casa de tu vida, los Acorralados, Enemigos Íntimos, Vuélveme Loca, el famoso Tomate, Salsa Rosa, Crónicas Marcianas, ¿Dónde estás corazón?, Dolce Vita, Abierto hasta el amanecer y otros experimentos televisivos, muchos de los cuales perduran tres lustros después.

El formato era sencillo. Cinco periodistas, cuatro fijos y uno invitado moderados por Rovira, entrevistaban en semicírculo a un famoso o famosillo por cifras millonarias. Las preguntas, que normalmente sobrepasaban la línea de lo permitido, versaban sobre la vida privada del personaje invitado. En Tómbola todo valía. "Me da vergüenza; esta gente es gentuza", fue lo que espetó Chabeli Iglesias en la emisión del primer programa antes de abandonar el plató, tras apenas unos minutos de entrevista en los que se la llamó "gorda" y "esquizofrénica", un share del 28% de audiencia y 42.000 euros después. Karmele Marchante, Jesús Mariñas, Lydia Lozano, Antonio Sánchez Casado, Gustavo González, Ángel Antonio Herrera y Jimmy Giménez-Arnau, entre otros, fueron algunos de los protagonistas de este espacio que, durante años, se erigía como el programa más rentable de la pequeña pantalla.


Tómbola se paseó por las autonómicas y fue ejemplo para otros muchos que nacieron bajo su estela. Carmen Martínez Bordiú, Carmina Ordóñez, Antonia Dell'Atte, Alessandro Lecquio, Bárbara Rey y un sinfín de nombres se sometieron, siempre previo pago, al bombardeo y machaque de los cinco magníficos que llevaron al espacio hasta hacerse con el 50% de la audiencia.

Este modelo de televisión, para muchos "nefasto" y que provocó secuelas en los juzgados por sobrepasar límites legales al distorsionar en ocasiones la realidad o faltar al derecho a la intimidad, "sirvió para que los periodistas aprendieran a hacer televisión y a los famosos a ir a un plató y a cobrar", según Mariñas en declaraciones a elmundo.es.
Pero su paso por la televisión no sólo arrastró audiencias, también críticas en todos los ámbitos de la sociedad incluida la política. Su emisión en la cadena pública fue su suerte y su desgracia. Estaba sometida al yugo del poder, por lo que muchos creen que el programa desapareció por cuestiones éticas, aunque otros defienden que los famosos pedían demasiado. Tómbola dejó de emitirse a finales de 2004, pero la semilla había germinado.

Años después, sus herederos lucen la corona con orgullo. Hasta un Ondas le ha dado a Jorge Javier Vázquez, conductor y principal artífice de Sálvame diario y Sálvame Deluxe. Hoy las críticas siguen, el formato varía, pero la esencia es la misma.
Los especialistas catalogan de telebasura aquellos espacios que consideran cercanos a la prensa sensacionalista y que cumplen o pueden llegar a ser denunciables si sobrepasan puntos como "la manipulación informativa; el nulo respeto al derecho de intimidad y al honor; la conversión del dolor y la miseria humanas en espectáculo; la atracción por el sexo, el escándalo y la violencia; la utilización del cuerpo humano desnudo, en especial el femenino; la trivialización de la prostitución y el consumo de drogas; la aberración como modelo a imitar; el desprecio de cualquier figura de autoridad; la apuesta por la pelea en vez del diálogo; el lenguaje soez y ofensivo; el relativismo cultural, y difusión de la subcultura; y aquella que fomente la pseudociencia y el ocultismo".

Visto esto, resulta incomprensible el éxito de audiencia. Según los psicólogos, funcionan porque son una fuente de estimulación continua, por cómo se resuelven los acontecimientos y por cómo se expresan. Para una persona que tiene una vida monótona y sin alicientes, pueden ser una vía de escape. En los platós se recrean discusiones que no ocurren en su día a día. Por otra parte, ¿a quién no le divierte cotillear en las vidas de los demás sin miedo a ser juzgados? Comprobar que los famosos tienen problemas o discusiones entre ellos, nos hace bajarlos del pedestal. Los humaniza y demuestra al espectador que no todo se arregla con dinero. Pero lo que se oferta es muy superficial. La idea del triunfo se traslada y de ahí el éxito de programas como Mujeres y hombres y viceversa o Gran Hermano. El primero pone en un trono a un joven, perfecto físicamente, que nadie se explica cómo necesita ir a televisión para buscar pareja. Respuesta: se hacen famosos. El segundo reúne a un grupo de jóvenes en una casa para que convivan delante de las cámaras. Resultado: ya nunca volverán a pasar desapercibidos.

Amén de todo esto, la sinergia hace que en todos los programas de la cadena se hagan eco de estos nuevos famosos tan distintos de los de la era Tómbola. Sin embargo, la proliferación de las redes sociales ha puesto en marcha otros mecanismos de defensa. La entrevista en La Noria, previo pago, a la madre de El Cuco, acusado en el caso de Marta del Castillo, llevó a que la publicidad dejara de emitirse y a que Telecinco pusiera en marcha un proceso de supuesta limpieza de imagen, quitando de parrilla programas como Enemigos Íntimos o Resistiré, ¿vale? Esta política de televisión fresca y familiar es lo que ahora se defiende a capa y espada en las cadenas. La vuelta de programas blancos dibujan un panorama aparentemente menos casposo y más tradicional que podría dejar en la estacada a la telebasura. Pero la audiencia sigue demandando estos espacios tan mal vistos socialmente, por lo que, a día de hoy, bien se puede decir que celebran un cumpleaños feliz.

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