El colegio Paulo Orosio, en el Cerro del Águila, comenzó el curso entre obras pero los desperfectos y fallos de éstas no han parado. / reportaje gráfico: J. M. Paisano ¿Se imaginan ir cada mañana al colegio sin saber con qué nuevo desperfecto se encontrará? Es lo que les ha tocado vivir este curso a los integrantes de la comunidad educativa del Centro de Educación Infantil y Primaria Paulo Orosio, en el Cerro del Águila. «Es una sensación de angustia, tanto para los padres como para los maestros, pues tenemos siempre el temor de que vaya a pasar algo», lamenta la directora del centro, Eugenia Sánchez, Premio al Mérito en la Educación. El centro público ha echado atrás estos nueve meses entre vallas, robos, anegaciones del patio cuando llueve y continuos desperfectos de una obra que, a su juicio, se hizo «tarde y mal», al margen de la planificación inicial, y de la que ahora dicen estar pagando las consecuencias. «Hay cosas que estaban previstas y no se han hecho, otras que se han hecho mal y algunas que se han estropeado de inmediato, como el caso de la rotura de la encimera de los baños», detallan sin tapujos y bastante cansados de «esperar, esperar y esperar». Las puertas del servicio presentan problemas de medidas. De hecho, cuando arrancaron las clases, el pasado septiembre, el Paulo Osorio estuvo a punto de no abrir las puertas porque los aseos estaban sin terminar de una obra que tenía que haber estado concluida en noviembre de 2012. «Después de un verano de obras y continuos robos de materiales, no teníamos ni un servicio para los niños», recuerdan mientras apuntan que al final decidieron comenzar con el curso escolar al habilitarse «un aseo por ala». Medida provisional, que a escaso mes y medio de finalizar las clases, se mantiene sin más. Pero las lecciones que se impartían en las aulas han estado acompañadas de «constantes quejas por averías y deterioros de cosas de reciente ejecución». Una de las más conocidas aún sin solventar es la del nuevo muro del patio infantil. El vallado que da a la calle Tarragona ha eliminado los salideros de agua que había por lo que cuando llueve el recinto queda totalmente anegado de agua e imposible de ser utilizado por los escolares. Este problema ha sido denunciado públicamente en varias ocasiones, aunque, señalan, todavía no ha sido atajado. Lo que el pasado mes de febrero, por ejemplo, propició que durante cuatro días el colegio quedara sin corriente eléctrica, con la consiguiente merma en la actividad docente. «Fue lo peor. Todo el cableado había quedado mojado por las continuas inudaciones del patio, que carece de punto de evacuación. No se ha repuesto todo el muro y hay partes en un estado lamentable. Pero no es el único problema del nuevo muro, más bajo y con una doble estructura que combina el enrejado con el hormigón. Docentes y padres han alertado en varias ocasiones que no se trata del vallado más idóneo para un colegio como éste. «Es mucho más bajo que el que teníamos, lo que facilita que sea saltado y entren personas ajenas a la comunidad escolar», critican al tiempo que insisten en que han tenido que reforzar la vigilancia en las horas de recreo al detectar algunos casos de paso de objetos por las cavidades del enrejado. Al estar el patio a vista de todos, aseguran que se han producido robos para chatarra, como el sucedido con los grifos de las dos fuentes de agua habilitadas para los pequeños:«Nos lo robaron el pasado 19 de febrero, con la deferencia de que los ladrones nos dejaron sólo un grifo por fuente». Nuevamente se emplearon en denunciar este hecho y mandaron fotos de las piletas con los boquetes. «Vinieron unos operarios y midieron todo para proyectar un mecanismo de seguridad y reponer los grifos. Parecía que lo iban a a arreglar esa misma semana... No vinieron nunca más», explica la directora, quien añade que la respuesta que reciben del Ayuntamiento es que «no hay personal». Pero hay más. José Manuel Álvarez Ferreira, presidente de la AMPA Paulo Orosio, añade más irregularidades como, que desde el 4 de abril hay una puerta de una clase sin pomo para abrir, los filos de mármol de las encimeras de los aseos del alumnado tienen «algunas esquinas peligrosas sin terminación roma», la falta de reposición del cerramiento que había en el rincón de la calle Dante con Tarragona, entre la casilla de transformadores y la verja de la calle Tarragona, problemas con las puertas de los servicios o la pronunciada pendiente de la rampa de una de las puertas que ya ha provocado más de una caída. Como consecuencia, dicen que se han pasado todo el curso «con el centro vallado como si fuera un puzzle, con vallas de un lado para otro». Lamentan que durante meses sólo han disfrutado de un tercio del patio, en una comunidad escolar con 200 niños de entre 3 y 12 años y en los que hay «un alto porcentaje de alumnados con necesidades educativas especiales que requieren de un entorno más seguro». Con todos estos flecos pendientes, docentes y padres del Paulo Orosio no están dispuestos a afrontar un nuevo curso en esta situación: «Valoraremos las medidas de presión pertinentes si no se solucionan todas estas cuestiones. El equipo directivo no puede dedicar todo el tiempo en temas de mantenimiento de edificios». Es por ello que reclamen que se les tome «en serio» y que «no se juegue con el dinero público».