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Un delincuente llamado crisis

La Memoria Anual de la Fiscalía sevillana refleja un incremento importante de delitos como las falsificaciones, las defraudaciones de fluido eléctrico o el tráfico de droga.

el 12 oct 2014 / 13:00 h.

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esposas ladron Desde que comenzó la crisis los medios de comunicación no hemos parado de publicar reportajes explicando sus consecuencias. La Justicia ha sido siempre uno de los sectores en los que más se ha reflejado la repercusión de la situación económica de recesión. Juzgados desbordados por demandas de despidos, reclamaciones de deudas o concursos de acreedores es panorama con el que se trabaja día a día en esta Administración. Pero lo llamativo es que la crisis ha cambiado incluso el mapa delictivo de esta ciudad, pues ha calado hasta en la jurisdicción penal, es decir, no solo ya en aquellas encargadas de las quiebras, los despidos o las deudas. Solo hay que echar un simple vistazo a las estadísticas para comprobar el crecimiento que han experimentado ciertos delitos, nada habituales en los años de bonanza, más aún cuando la criminalidad en general ha bajado en la ciudad. La Memoria Anual de la Fiscalía de Sevilla es muy esclarecedora en este sentido. La propia fiscal jefe, María José Segarra, hace alusión a este cambio en la forma de delinquir de los sevillanos. En concreto, Segarra habla de varios tipos delictivos: robos, usurpaciones (intento de estafa a las aseguradoras) y ocupaciones de vivienda. «Un ascenso que no podemos sino explicar como consecuencia de la permanencia y ahondamiento de las familias en la penuria económica», dice la fiscal jefe en su documento. Analizando el primero de ellos, los robos, los datos nos indican un incremento generalizado en esta tipología delictiva –cierto es que siempre ha sido de las más habituales– en 2013. El hurto sube un 6,8 por ciento (36.929 casos) y el robo con fuerzas en las cosas un 2,7 por ciento (41.043). Pero el que mayor crecimiento experimenta es el robo en casa habitada o local abierto al público, según las estadísticas del Ministerio Público. El crecimiento con respecto al año pasado ha sido de un 63,1 por ciento (137) de un delito que significa que cada vez es más habitual que los ladrones opten por entrar a atracar en una vivienda o en locales, como pueden ser joyerías, bancos o supermercados. De hecho, a lo largo del año fueron varios las intentos de robo en sucursales bancarias de la ciudad y de la provincia. En cambio, el delincuente, prefiere arriesgarse menos cuando comete un acto de este tipo, pues son menos los robos con violencia o intimidación (el típico asalto con un arma, ya sea navaja, pistola o cualquier objeto punzante) que se registraron el año pasado, con un descenso del 2,5 por ciento (1.453 asuntos). Llama, y mucho, también la atención que un delito como la defraudación de fluido eléctrico o análogas (otros suministros habituales del hogar, como el agua o el gas) haya aumentado en un 58,6 por ciento (46). Es decir, son denunciadas muchas más personas por engancharse a la luz, un hecho que está, evidentemente, unido a la proliferación de usurpaciones de vivienda, que destaca Segarra. A este respecto, el documento recoge como las ocupaciones de inmuebles han experimentado «por segundo año consecutivo» un «incremento extraordinario». Así, si en 2012 crecieron un 17,9 por ciento, en el último año el aumento fue de «un impresionante 84 por ciento», con 510 casos. En 2012, fueron 276. Pero si a Segarra le llama la atención este tipo delictivo, más aún si cabe lo hace el incremento de las simulaciones de delito. «En los últimos años este delito se está cometiendo, tras el estallido de la crisis, en un medio para estafar a las aseguradoras: se finge haber sufrido un delito contra el patrimonio para lograr una indemnización de estas empresas», explica la fiscal jefe de Sevilla. «Las cifras son relevantes en un delito que antes casi no era objeto de uso: 369 incoaciones que suponen un incremento del 39,2 por ciento en relación con el año precedente», añade. Hasta las falsificaciones de monedas se han incrementado este año, con un llamativo 136 por ciento, pues de solo 19 casos contabilizados en 2012, se ha pasado a 45 el año pasado. Más importante, han sido las subidas de las falsificaciones de documentos privados con un 293 por ciento (de 14 asuntos a 55); o las falsificaciones de certificados con un 800 por ciento (de un caso a ocho, una subida leve aparentemente, pero que cobra su importancia por el tipo de delito, que no es nada habitual). Esto implica que cada vez más gente falsea sus datos y su formación académica en busca de una salida fácil con la que encontrar un trabajo especializado. Junto a estos delitos, otros que experimentan importantes subidas son aquellos cometidos por funcionarios o políticos en el ejercicio de su cargo público. Hablamos, como no, del cohecho y la malversación, que respectivamente se ha incrementado en un 400 por cien y en un cien por cien. En el primer caso, el año pasado se contabilizaron 10 aperturas de diligencias en los juzgados, frente a los dos de 2012. En cuanto a la malversación, se ha duplicado el número de asuntos (de los cuatro de 2012, a los ocho de 2013). La prevaricación crece un ocho por ciento, pero delitos como el blanqueo de capitales o el delito societario (cuentas irregulares) han descendido. El tráfico de droga es otra de las modalidades delictivas que se han visto incrementadas con la crisis, pues en muchos casos se convierte en una forma de conseguir ingresos económicos de forma fácil. Así, el tráfico de drogas sin grave daño para la salud ha crecido un 42,3 por ciento (333) y el cualificado un 866 por ciento (29 ). Además, la crisis nos lleva a beber menos al volante para pagar menos multas, como demuestra el descenso del 76 por ciento de los delitos cometidos por este asunto (de los 1.640 de 2012 a 341 en 2013).

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