La temporada liguera, larga como un día sin pan, está tocando a su fin. Con 44 puntos, el Betis está a sólo medio peldaño matemático del objetivo. Se perdió, sí, pero el equipo -definitivamente otro muy diferente al que vimos a principios de temporada- dio una impresión realmente positiva. La buena disposición en el campo, la seguridad en la marca y la capacidad de llevar el partido con aplomo fueron la tónica. Si a eso le añades lo que no tuvimos, gol y acierto en nuestra portería, casi seguro que ganas. Este Betis de Paco Chaparro viene cargado de razones para hacer mejores empresas y además le sobra dignidad para codearse con cualquiera y responder, en el terreno de juego, a los más feroces críticos.
Si de dignidad hablamos para aludir a la mejor virtud del equipo verdiblanco, yo quiero calificar como un acto de valentía lo que nuestro alcalde ha escrito en las páginas del diario El País en el día de ayer. Renunciar a ser parte de la dirección del partido socialista a escala provincial es rara avis en la política por estos lares. Por lo que supone de coger el toro por los cuernos y dejar paso a nuevas caras, por la soberana lección que se da cuando se está para "las duras" -la excepcionalidad del proceso congresual de hace cuatro años- y se cede el paso en las "maduras".
¿Cuántos políticos estarían dispuestos, en el partido socialista y en otros, a no querer parte del protagonismo, a brindar a otros compañeros la posibilidad de ser la imagen renovada de un partido centenario, ganador donde los haya y con una amplísima base social? A Alfredo Sánchez Monteseirin le sobra valentía, no le pierde ningún afán que no sea el de servir a los ciudadanos desde su posición como alcalde de Sevilla, lo cual, por otra parte, es una de las tareas más importantes que pueda desempeñar un sevillano.