Un glosario de virtudes. Un capítulo de ambición propio de los aspirantes a alzar la Liga cuando la campaña regular expire. El Sevilla, con un 4-4-2 sin variantes, caricaturizó al Mallorca de Gregorio Manzano, sin un referente en la zona de elaboración y con una inusual inseguridad defensiva. El cuadro de Nervión asumió la posesión del esférico, generó peligro sin receso y asfixió a un rival a merced y sin capacidad de respuesta.En el primer acto, Jiménez optó por un sistema netamente ofensivo. Negredo y Luis Fabiano monopolizaron la cuota de peligro del once blanquirrojo, entregado a la velocidad y genialidad de los flancos ofensivos, dirigidos por un Jesús Navas espectacular y un imprevisible Perotti. La presencia de un catalizador en la medular -la corpulencia de Zokora emana un plus de energía- y la seguridad de la retaguardia asfixió a un Mallorca roto. Manzano firmó la rendición en el capítulo inicial. Con una suculenta renta, Jiménez optó por conservar el boceto del primer período. Con Navas eléctrico y Konko crecido, las rotaciones asumieron el protagonismo. Perotti, un lujo de futbolista y un genio sin límite de madurez, entregó el testigo a Diego Capel, precipitado y sin acierto desde el inicio. Con una superioridad total, el once andaluz aceleró el reloj y firmó el trámite.