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Un equipo completamente roto en el peor momento

La Liga de Campeones está en el aire. Como suena. En cuestión de cuatro partidos, en apenas quince días, el Sevilla se ha situado, él solito, contra las cuerdas, hasta el punto de que mucho tendrá que cambiar si quiere terminar no ya en el tercer puesto sino entre los cuatro primeros de la tabla.

el 16 sep 2009 / 01:56 h.

La Liga de Campeones está en el aire. Como suena. En cuestión de cuatro partidos, en apenas quince días, el Sevilla se ha situado, él solito, contra las cuerdas, hasta el punto de que mucho tendrá que cambiar si quiere terminar no ya en el tercer puesto sino entre los cuatro primeros de la tabla.

La peor racha de la era Manolo Jiménez en Liga (cuatro derrotas seguidas) ha tirado por tierra el trabajo realizado hasta ahora y vuelve a poner en entredicho su futuro. Harta de todo lo que está viendo, la afición le pidió con más fuerza que nunca que se marche. Tal y como estaba el ambiente con Juande, el hecho de que al final las miradas se dirigiesen hacia Jiménez... lo dice todo. En cuatro partidos, el Valencia ha recortado diez puntos; el Atlético, nueve; el Málaga, ocho; y el Villarreal y el Deportivo, siete. Ni siquiera la UEFA está amarrada.

Tras lo visto en los últimos días, al Sevilla no le quedaba otra que matarse en el campo para ganar y cambiar la imagen que dio en el Camp Nou. Por suerte para sus intereses, aprovechó que este Real Madrid tiene otro estilo y también menos potencial que el Barcelona actual para encontrarse, a las primeras de cambio, con la posibilidad de tumbarle. Un alto ritmo de juego y meter más la pierna le bastaron para situarse por delante en el marcador y gozar de hasta tres clarísimas ocasiones para lograr el 2-0, y hasta el 3-0. Pero perdonó, y eso, al final, le terminó pasando una cara, carísima factura.

Sin Squillaci (lesionado) ni Luis Fabiano (suplente), Perotti y Jesús Navas se echaron el peso del equipo a la espalda durante la media horita -tan sólo eso- que al Sevilla le duraron las fuerzas. Su juego por banda le permitió situarse con ventaja en el minuto 10, cuando Renato cabeceó un gran centro con el exterior del argentino. La conexión entre éste y Romaric, así como la de Navas y Adriano, hizo daño, pero al final todo se quedó en fuegos de artificio. Nadie, incluido un ayer desafortunado Kanouté, fue capaz de hacer daño de verdad.

Todo lo contrario que el equipo de Juande. Sabedor de que el Sevilla podría acusar el desgaste tras una dura semana y de su actual fragilidad defensiva, primero aguantó el chaparrón, luego avisó (Higuaín) y al final asestó un zarpazo mortal, antes del descanso, cuando Raúl, a centro de Metzelder, se anticipó a todos. Fue el principio del fin.

Un profundo bajón físico y la progresiva mejoría del Madrid, con Lass en todas, Guti haciendo daño cuando tuvo espacios y Raúl e Higuaín siempre al acecho, hicieron de la segunda parte otro martirio para el Sevilla. La derrota se labró en dos minutos. Justo el tiempo que necesitó Raúl para erigirse, de nuevo, en el más listo de la clase tras una internada de Torres que hizo buena con maestría y, posteriormente, aprovechar un clamoroso error de Palop, quien dejó el balón a sus pies. Buscando la épica, Diego Capel recortó diferencias a centro de Navas. Pero no fue suficiente. Marcelo se unió luego a la fiesta e hizo el 2-4. Nervión despidió a Jiménez pidiéndole que se vaya e incluso mirando hacia el palco. Y Juande se fue viéndolo todo.

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