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Un equipo 'descerebrado'

El Betis echa en falta la figura de un organizador que elabore fútbol. Matilla rinde mejor en la mediapunta que en el doble pivote y Nono no tiene la confianza de Velázquez.

el 03 oct 2014 / 09:43 h.

BETIS 14-15 Julio Velázquez da instrucciones a uno de sus jugadores. Foto: EDD. El gran problema del Betis en el arranque de la temporada es su falta de fútbol, pues no tiene un estilo de juego definido, no genera juego en el centro del campo y abusa de los balones en largo sin sentido, entre otros defectos, de ahí el enorme enfado de la afición en el descanso del último partido ante el Mirandés. Sin embargo, en la rueda de prensa posterior a ese encuentro, Julio Velázquez sorprendió con unas declaraciones en las que señaló que “el equipo sabe a lo que juega. En caso contrario, no llevaríamos cuatro victorias y doce puntos. Buscamos ser verticales, ataques rápidos, incidir por fuera con los extremos y buscar siempre la portería rival, además de ser intensos en situaciones de presión sin balón. Hay fases del partido en las que no se evidencia tanto todo esto, pero eso no quiere decir que no se sepa a lo que se juegue”. Pero la realidad es que ocurre todo lo contrario. Su equipo no es intenso, presiona a ráfagas y la verticalidad son contraataques aislados, pues los extremos se muestran intermitentes. Por eso, hay una figura en el Betis actual que se echa de menos, la del organizador. En pretemporada se veía venir que al conjunto verdiblanco le faltaba una pieza en el centro del campo para crear fútbol. Matilla se ve desbordado en el doble pivote –rinde más en la mediapunta–; Nono no goza de la confianza del técnico vallisoletano ni tampoco da el paso al frente; y Sergio, que no es organizador pero sí un futbolista con un buen trato de la pelota y una buena visión de juego, no ha tenido ni un minuto en lo que va de campeonato. Todo esto refleja las palabras de Velázquez sobre la apuesta por la verticalidad y el rechazo a elaborar el juego, de ahí que la gente exija que su equipo sea capaz de ganar un partido ofreciendo dosis de buen juego. En este contexto aparece el eterno debate del juego o el resultado. El bético resultadista está encantado con los números firmados por su equipo, pero el que mira más allá del marcador y exige, con razón, algo de fútbol no acaba de estar satisfecho. ¿Por qué? Porque ve que el Betis lo fía todo a alguna pelota que cace Rubén Castro –que no es lo mismo que el equipo juegue para él– y entiende que con la imagen que está mostrando su equipo cualquier rival puede volver a pintarle la cara, como hizo la Ponferradina. Echando la vista atrás, en el último año en Segunda, con Pepe Mel, el equipo verdiblanco ofreció una imagen muy distinta a la de hora. Jugaba bastante bien al fútbol, tenía un estilo de juego definido y se notaba la mano de su por entonces entrenador, y cuando perdía lo hacía sin variar su forma de jugar. En aquel Betis surgió Beñat, que se hizo con el centro del campo, y desde su salida al Athletic, su hueco no ha sido bien cubierto. Alexis, Assunçao, Arzu, Beñat... ¿Dónde está el cerebro del Betis actual?

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