Las competiciones continentales están destapando, y de qué manera, las carencias de este Sevilla. Bien es cierto que Antonio Álvarez dejó inicialmente en el banquillo a gente como Perotti, Escudé -en la grada-, Kanouté o Negredo, pero también que el PSG, un equipo con más historia que presente, también reservó a varios titulares. Pese a ello, ni el hecho de sacar la artillería en la segunda parte sirvió para hacer un solo gol ni dar una imagen aceptable.
La fragilidad defensiva sigue haciendo mucho daño. No es algo nuevo. Se comprobó ante el Barcelona y ante el Sporting de Braga. Pese a que ayer el técnico alineó una zaga inédita, el problema no residió sólo en ella. El Sevilla estuvo siempre descolocado y con una distancia entre líneas capaz de convertir en goleador hasta a un equipo que salió a verlas venir como el PSG.
Partiendo de la base de que sin seriedad ni mentalidad defensiva se puede llegar lejos, la presencia de José Carlos en la media punta por delante de un inocuo doble pivote formado por Zokora y Cigarini quedó en mera anécdota. Konko y Dabo no ayudaron en tareas ofensivas y frenaron a Navas y Capel. Por si fuera poco, la entrada de Kanouté fue casi testimonial porque ni apareció ni le ayudaron a aparecer, Guarente no aportó nada y Luis Fabiano fue una isla desierta. Demasiado lujo.
