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Un espectacular Agüero regala al Calderón la noche soñada

El Atlético vivió su noche más feliz en muchos años. Una jornada estival que será recordada para siempre por su afición. La noche en la que retornó a la elite internacional de la mejor de las maneras, con una goleada al Schalke en un encuentro vibrante, tenso, propio de la Liga de Campeones. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 10:50 h.

Jenaro Lorente

El Atlético vivió su noche más feliz en muchos años. Una jornada estival que será recordada para siempre por su afición. La noche en la que retornó a la elite internacional de la mejor de las maneras, con una goleada al Schalke en un encuentro vibrante, tenso, propio de la Liga de Campeones.

Once años y cinco meses habían transcurrido desde que el Atlético no se veía en una cita como ésta. Y el crucial momento se dejó sentir en un Vicente Calderón abarrotado y esperanzado en el éxito. El Atlético empezó sobrado de ganas pero falto de cabeza para manejar un envite largo y abocado al sufrimiento. El Schalke, por contra, estaba a lo suyo. Tenía el balón y lo movía con parsimonia en la parcela ancha.

El Atlético tiraba de raza y a base de ella fabricó el primer tanto. Después de que Maxi avisase con un tiro lejano al poco de comenzar el duelo, y de que el propio argentino estuviese a punto de anotar tras un pase de la muerte del checo Tomas Ujfalusi. Al rato, llegó el tanto del Kun Agüero, que provocó el delirio del Calderón. El colombiano Luis Amaranto Perea sirvió un centro que el argentino remató de cabeza.

Tras el tanto, el instinto atlético se tornó conservador y el Schalke se encontró cómodo, con más posesión de balón. Fue cuando se pudo comprobar que los alemanes son muy vulnerables, perfectamente batibles, y que el sueño de estar en Champions era una realidad.

Salió el Atlético en el segundo acto a por el encuentro, y en el minuto 50 Forlán tradujo las ganas en gol. De nuevo el Kun, el mejor del partido, fue protagonista. El argentino robó un balón al borde del área de los alemanes y lo cedió a Forlán. El uruguayo completó la obra al irse de dos defensores y marcar de disparo cruzado.

2-0 y 40 minutos por delante. El Atlético estaba en Liga de Campeones. El sueño estaba más cerca, pero quedaba mucha tarea y mucha tensión. Pudo Westermann echar el jarro de agua helada en el minuto 68, pero, solo, estrelló el balón en el cuerpo de Leo Franco. Cada minuto era una vida, ya con los locales cegados por conservar el tanteador, sin posesión y abocados a la tensión. Pero apareció de nuevo el Kun, en el mejor de los momentos, para exhibir el genio que lleva dentro. Jugada y pase a Luis Garcia y 3-0. Misión cumplida. El Atlético tocaba el cielo.

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