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Un exceso de poda pone en peligro los árboles de la ciudad

Los expertos coinciden en señalar que una tala innecesaria realizada a destiempo contribuye al desprendimiento de ramas y al vuelcode especies

el 12 oct 2011 / 18:45 h.

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Las jacarandas, que en Sevilla todavía florecen dos veces al año, ofrecen su sombra y colorido en la calle Luis Montoto, pero también sufren las consecuencias de los excesos de poda que denuncian los expertos.

Sevilla puede presumir de contar con una de las mejores ratio de árboles por habitante y por extensión de Europa. Unos 210.000 ejemplares -repartidos en parques, jardines y calles- dan sombra, humedad y absorben el dióxido de carbono y lo transforman en oxígeno. Estas cualidades los convierten en uno de los mejores aliados para combatir las altas temperaturas veraniegas -las reducen hasta dos grados-, protegerse de la radiación solar y mantener a raya a la contaminación. Pero estas bondades se desdibujan cuando sus ramas caen al suelo poniendo en peligro a viandantes y conductores. Un hecho que últimamente ocurre con bastante frecuencia y que tiene, según los expertos, una fácil solución.

Hace poco más de un mes, el 4 de septiembre, un abeto cayó al suelo en el Paseo Juan Carlos I, a orillas del Guadalquivir, por un eventual golpe de viento. Afortunadamente, en ese momento no había ninguna persona tomando el sol ni paseando por la zona. Días antes, el 1 de septiembre, una rama de un árbol de la Plaza del Pumarejo se precipitó a la vía cortando el acceso del tráfico por la calle San Luis. Un hecho similar ocurrió en Resolana. Y en el entorno del Casino de la Exposición, una rama de un plátano destrozó un coche.

Pero el mal estado de los árboles del viario ha causado en los últimos años sucesos más graves. Así en 2008, el Ayuntamiento tuvo que indemnizar a la familia de una señora de 72 años, A.M., que falleció en enero de 2007 a consecuencia del traumatismo craneal y torácico producido por la rama de un plátano en mal estado en la calle Manuel Siurot.

El catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla y director de la Oficina de la Sostenibilidad de la Hispalense, Enrique Figueroa, explica que es "normal" que se caigan algunas ramas, lo que debe hacer saltar las alarmas es que éstas sean "muy grandes y causen daños, porque muestran claramente una patología".

Como todos los expertos consultados, Figueroa atribuye estos accidentes a una "política de poda muy celosa". "No son árboles frutales y, por tanto, no es necesaria tanta poda", afirma. Especialmente perjudicial es la poda que "se está haciendo en verano, que deforma los árboles y les deja muñones. Son auténticos monstruos", como ocurre con los plátanos en las calles Palos de la Frontera y Rábida, y en Manuel Siurot, o con las jacarandas de Luis Montoto.

Rafael Sanmartín, miembro de la Plataforma por los Parques y Jardines, además de presidente del Centro de Estudios Históricos de Andalucía, insiste en que "la poda no puede hacerse en cualquier momento y mucho menos en verano, cuando el árbol tiene más savia". De hecho, apunta Jacinto Martínez, también miembro de esta Plataforma y presidente de la Asociación Jardines de la Oliva, "los árboles mal podados, aunque sean especies autóctonas, como el álamo blanco, son más sensibles a la contaminación".

Además, tras estas intervenciones, en opinión de Figueroa, los árboles dejan de hacer su función y hacen más necesaria una vigilancia que compatibilice esta función y la seguridad ciudadana. Así, el catedrático pone como ejemplo Madrid, una ciudad que también tiene grandes plátanos pero que se podan muy poco: "Basta con tenerlos vigilados".

No obstante, la situación del arbolado varía en función de su ubicación y la especie de la que se trate. Así, las más abundantes en el viario son el naranjo, el aligustre, el paraíso, el plátano de sombra, el brachichiton, la tipuana, las acacias, el almez, el olmo y la jacaranda, según el catálogo de la delegación de Medio Ambiente.

Sin embargo, apunta Jacinto Martínez, hay especies que aún no se han adaptado a las características de Sevilla. Éste es el caso de la jacaranda que, pese a estar en la ciudad desde 1929, sigue floreciendo dos veces al año: una en mayo y otra en septiembre, como si siguiera en el hemisferio Sur.

Para el director de la Escuela de Jardinería Joaquín Romero Murube, de la Fundación Forja XXI, José Manuel Rodríguez, la solución pasa por el tratamiento integrado en la zona, apostando por especies que se adapten mejor a las características de Sevilla y sustituyendo progresivamente los árboles más viejos o que se encuentren en peor estado: "Hay que hacer una propuesta de especies mejor estudiada y que requiera las menos podas posibles". Y es que, como Figueroa, Rodríguez defiende que "lo normal es que no sea necesario podar un árbol, que sólo haya que hacerlo para que permita el paso de los coches por debajo. Y lo ideal es esperar siete u ocho años para que den buena sombra".

Rodríguez, que participa actualmente en la elaboración del Manual para los Certificados Europeos de Estudios de Técnicos y Operarios de Arboricultura, suma a la mala poda el "estrés veraniego" que sufren los árboles ya que parte de la madera de su tronco y ramas se contrae, se seca y se vuelve frágil, esto hace que puedan caerse al soplar un viento fuerte.

Rafael Sanmartín, además, denuncia que "desde hace cerca de un año" no se atiende bien a los árboles y, asegura, "quiere pensar que la actual corporación aún no ha tenido tiempo para este asunto".

Fuentes de la delegación aseguran que "el arbolado de calle requiere en diferentes medidas una atención a lo largo de todo el año", así, la actuación de los técnicos municipales se basa en podas de reducción, rebaje y formación en invierno, y el resto del año se hacen podas de aclareo, refaldado, eliminación de ramas secas, riego y mantenimiento, confirmando lo que denuncian los especialistas.

Desde la delegación, achacan a "las inclemencias meteorológicas" y a las obras en las calles estas incidencias pues "someten al arbolado a un trato que, aun estando en condiciones óptimas, pueden producir desgajes de ramas y vuelco de ejemplares".

Parques y Jardines añade que presta "especial atención a algunos árboles singulares que, por su tamaño, forma o vejez, pueden originar un riesgo para mobiliario, vehículos y ciudadanos".

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