El escritor y editor de la obra poética de Rafael Lasso de la Vega, Juan Manuel Bonet, afirmó ayer que "es consciente que vende a un falsificador", aunque lo dice desde la "máxima admiración" por el escritor sevillano, quien cuenta con una poesía de "gran pureza y otra llena de mentiras".
En declaraciones a Europa Press, Bonet, que participa en la Feria del Libro de Sevilla junto a Andrés Trapiello y Aquilino Duque en el ciclo 'Bohemia y Literatura. Centenario de la muerte de Alejandro Sawa', donde abordan la figura del escritor sevillano Rafael Lasso de la Vega, subrayó que el poeta local fue "una figura singular".
Añadió que fue un poeta que empezó "en el modernismo para transitar al ultraísmo" y señaló que sus dos primeros libros presentan rasgos "modernistas con una onda 'becqueriana', 'machadiana' y 'juanramoniana'". Asimismo, indicó que como muchos otros autores de a finales de la década de 1910 se lanzó a escribir poesía "ultraísta, de vanguardia, en francés o casi dadaísta".
Diferenció dos vidas en Lasso de la Vega, una "llena de bohemia" en el Madrid de 1910 y otra por Europa, visitando París o Venecia, tras la cual "ya no será el poeta de anécdotas truculentas, sino un poeta casado con una pianista que le otorga las apariencias de un banquero", dijo.
Durante esa época de madurez, según Bonet, decide "reinventar su obra" y a partir del año 1936 se inventa libros de la década de 1910 o "diciendo que son de los diez". De esta manera, "juega con la ventaja de haber leído a todos los demás", afirmó.
En este sentido, añadió que De la Vega escribió "poemas fechados en los años 1917 como lo escribiría Lorca o Alberti en el año 1925", por lo que resulta que fue "un poeta que falsificó su obra". Un hecho que, según el editor, le hace "interesante", como "el juego de personajes que se recrea a sí mismo".
Bonet, que editó de su poesía completa en más de 1.000 páginas hace diez años, contó que tuvo la suerte de conocer a una amante suya en Venecia, una pintora que confió en él algunos manuscritos y lo autorizó a explicar que "toda su admiración por Lasso de la Vega es debido a que se inventó un personaje y su obra".
Explicó que su poesía tiene "mucho de ficción", aunque, reconoció que es de "gran pureza", pese a que "una parte tiene elementos de esa mentira de su vida y de ese juego de ficción y máscara".
A este respectó confesó "ser consciente que vende a un falsificador desde la máxima admiración por un personaje 'borgiano', que perteneció al movimiento que Borges inició en sus primeros años en la revista Grecia".
BOHEMIA: "DIGNIFICACION DEL FRACASO"
El escritor Andrés Trapiello, que también participa en el ciclo sobre bohemia, describió a Europa Press este movimiento como "una manera delicada de decir que alguien ha fracasado y de estar en la vida". Añadió que, al principio, los escritores creían que era "el lugar donde se dignificaba la miseria y, por lo tanto, la dignificación del fracaso".
"Poetas y escritores se adhirieron a la bohemia porque parecía que ésta por el hecho de tenerlos dentro le expendía la patente de corso de la genialidad y pensaban que siendo bohemio eran un genio", afirmó.
Para Trapiello la manera de entender la bohemia se acabó en 1898, "aunque residuos de la bohemia siempre han existido, pero unidos a la dignificación del fracaso, sobre todo, en los jóvenes, que son a los que más le cuesta salir del fracaso del que parten, pese a contar con la mejor arma para salir, la juventud".
El autor de obras como 'Al morir don Quijote' o la reciente 'Los confines' apuntó que Lasso de la Vega es "un bohemio especial y tuvo una vida aventurera". Subrayó que es un hombre como "una galería de espejos donde se desdobla en 25.000 figuras", ya que "la bohemia distorsiona la biografía de la gente y sus obras, unas veces las malogra y otras las sobredimensiona, como fue el caso de Alejandro Sawa, quien acabó sobredimensionado en 'Luces de la Bohemia', de Valle Inclán.