Un partido de fútbol puede ser el mejor escaparate para promocionar valores como la solidaridad y el compromiso con los más desfavorecidos. Fiel a su misión de estar cada vez más cerca de las personas, los voluntarios de Cruz Roja en Sevilla tomaron ayer los accesos al Sánchez Pizjuán en la previa del partido de liga para realizar un llamamiento a la solidaridad.
Con más de un siglo de vida entre la sociedad sevillana, Cruz Roja en Sevilla celebró ayer su Día Mundial echándose a la calle y mostrando a los ciudadanos parte de su trabajo en beneficio de los colectivos más vulnerables.
Aprovechando el efecto arrastre del último partido liguero, los voluntarios de Cruz Roja distribuyeron puntos de información en varias zonas del interior del Ramón Sánchez Pizjuán con el objetivo de informar a la sociedad civil de la actividad asistencial que despliega la organización y, de paso, requerir un donativo puntual para el desarrollo de alguno de sus numerosos proyectos.
Sólo en Sevilla, Cruz Roja desarrolla en la actualidad más de 60 programas dirigidos a colectivos como los de personas mayores, discapacitados, infancia y jóvenes en dificultad social, inmigrantes o drogodependientes.
El Movimiento Internacional que creara Henry Dunat en 1863 para paliar el sufrimiento de los heridos en los campos de batalla cuenta hoy en Sevilla con más de 7.000 voluntarios y más de 11.000 socios que con su aportación económica contribuyen a las labores sociales de la entidad.
Según las palabras de la presidenta provincial de la organización, Amalia Gómez, la jornada de ayer tenía como objetivo: "Externalizar Cruz Roja en Sevilla y demostrar que al mismo tiempo que se puede disfrutar de una actividad lúdica, como un partido de fútbol, se puede también ser solidario".
De este modo, los aficionados pudieron colaborar con Cruz Roja haciéndose con los cupones del Sorteo de Oro, cuyos fondos se destinarán a los muchos proyectos que despliega la organización en todo el mundo, especialmente en países desfavorecidos por situaciones de pobreza, por guerras o por catástrofes naturales sobrevenidas, como la última ocurrida en la antigua Birmania como consecuencia del ciclón Nargis, o el reciente terremoto de China, cuyas víctimas se cuentan por miles.
Lejos de su cara más polémica o de los ramalazos de violencia, el fútbol demostró ayer que se puede ser solidario metiendo un gol a la injusticia.