Según los Mayas el fin del mundo será hoy, 21 de diciembre de 2012. Espero que al menos usted tenga tiempo de leer estas humildes líneas. Dudo de la certeza de este augurio sobre nuestra existencia pero parece que para darle algo de credibilidad, los jugadores y el entrenador del Sevilla Fútbol Club quisieron honrar a esta milenaria civilización desapareciendo del estadio de Anoeta un día antes de lo previsto y dejando en evidencia a quienes defienden que el nivel de este plantel es apto para lograr, al menos, una plaza en la Europa League.
Tras la justa y clara derrota ante la Real Sociedad, en el seno sevillista se debe realizar una reflexión profunda en la que deben eliminarse todos los prejuicios previos porque si no, el resultado carecerá de eficacia y se continuará afirmando que la fe ciega tanto en el técnico como en la primera plantilla es ciega, absoluta, no hay posibilidad para el error y el apoyo que recibió el presidente en la pasada junta general fue del 97%.
El rumbo que ha tomado el primer equipo únicamente invita a que el objetivo de lograr una plaza europea es una auténtica quimera y hay que centrarse en lograr la permanencia lo antes posible. No sé si Míchel se sentará en el banquillo en el próximo partido del 5 de enero ante Osasuna. Según Del Nido sí lo hará dado que su confianza en él es ciega.
Sin embargo, Míchel no hace más que comprar papeletas para que le busquen un relevo que sea capaz de levantar un vestuario que está hundido y no me atrevo a decir que haya tocado fondo. En más de una ocasión ha dicho tras las continuas derrotas que la solución la tienen los jugadores, una afirmación que justifica muy poco su labor y que también deja en evidencia el carácter competitivo de esta plantilla. En un partido como el de ayer, en el que -usemos el tópico- los sevillistas se jugaban la vida faltó garra, carácter, ambición, inteligencia y, fundamentalmente, dirección y fondo de armario, vulgo entrenador y banquillo.
Vale que yo soy únicamente periodista y no tengo la titulación exigida para sentarme en un banquillo, pero me cuesta comprender cómo se puede mantener en el terreno de juego a una sombra llamada Manu del Moral, sentar a Reyes, que estaba siendo el más destacado hasta el momento y darle la batuta a un chaval del filial. Pues la única razón es porque fallaba lo segundo, el fondo del armario. Pero esa cuestión ya no es culpa del entrenador.