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Un homenaje al Río Grande del Sur

El editor Pedro Tabernero publica ‘El Gran Sur’, una aproximación «desde la ilustración y el diseño» al Guadalquivir con un centenar de dibujos de Alfredo González.

el 22 nov 2014 / 12:00 h.

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«Si los adverbios pudieran licuarse y tener alguna vez nombre propio, uno de ellos sería sin duda el Guadalquivir como categoría no sólo geográfica sino gramatical y sobre todo afectiva». Con estas palabras del escritor Julio Manuel de la Rosa arranca Guadalquivir. El Gran Sur, un homenaje al viejo Betis en forma de voluminosa obra de 400 páginas por las que navegan textos de De la Rosa, Ángel Vela y Francisco Núñez Roldán, pero en el que destaca sobre todo la labor gráfica que firma Alfredo González, Alfredo a secas, aquel del que se recuerda aquello que dijese Francisco Umbral de que «es un dibujante de ciudades que las saca bordadas». Guadalquivir_Página_05.jpgEse Alfredo urbano de la memoria de Umbral se torna ahora rural para entregar un centenar largo de dibujos con los que retrata todo el cauce del Guadalquivir, desde Cazorla a Sanlúcar, deteniéndose en sus ciudades, en sus paisajes agrícolas, en su fauna y hasta en los escritores que, lo largo de la historia, han cantado al Río Grande. Estos dibujos son el esqueleto que arman un volumen que es la última aventura editorial de Pedro Tabernero, el número 7 dentro de la colección Laboratorio de imágenes. ¿Y por qué otra obra sobre el Guadalquivir, unas aguas ya muy explotadas editorialmente? «Creía –señala Tabernero– que tenía algo más que decir, porque todavía no había un gran libro gráfico de dibujos sobre el río. Hay muchos de fotografías, pero estaba por hacer una gran obra desde el mundo de la ilustración y el diseño». Con esta aspiración nace un volumen de edición muy cuidada, con 100 ilustraciones a doble página y un centenar de textos con su versión en inglés, una pieza de edición mimada, encuadernada en tela con serigrafía y golpe en seco, ya a la venta en las librerías por 50 euros. Guadalquivir_Página_09.jpg«El dibujo es figurativo pero tiene un punto de abstracción, es algo que no se había hecho», insiste Tabernero, que ha incluido un índice gráfico en el que, con una miniatura de cada dibujo, se explica qué reproduce. Puestos a elegir, y aunque los más llamativos son los que por ejemplo reflejan el paso del río por las ciudades, el editor se queda con los pequeños dibujos de fauna y flaura, «a gran tamaño muestra lo pequeño». Lo de gran tamaño viene a cuento de que las pinturas son de 50x70, fruto de los dos años que Alfredo González se ha pasado Guadalquivir arriba y abajo. «Me arremangué, y disfrutando, hice lo que pude para dibujaros su discurrir», señala el propio Alfredo sobre su trabajo de campo. Los dibujos fueron lo primero y ellos marcaron el encargo de los textos: a Julio Manuel de la Rosa le tocó una visión global a vuelo de pájaro, a Ángel Vela (que define al Guadalquivir como «el rey de los otros ríos»), el recorrido por flora, fauna y gastronomía y a Francisco Núñez Roldán la visión literaria y lo que dijeron del río grandes escritores. Guadalquivir_Página_10.jpgDe su mano, desfilan por el libro Bécquer, Lorca, Antonio Machado, los hermanos Quintero, Cervantes, Cernuda, Góngora... Y lo hacen por partida doble, porque dibujos de estos escritores acompañan sus palabras. Así encontramos a Bécquer junto a la Torre del Oro diciendo que «la orilla del río ha sido siempre, en Sevilla, el lugar predilecto de mis excursiones», o a Lorca junto a la Alhambra y su «el río Guadalquivir va entre naranjos y olivos». Juan Ramón Jiménez se acompaña de Platero para preguntarse si «¿hay río en el mundo que tenga un nombre más fluvial, más licuoso? Guadalquivir...», y Antonio Machado, bajo un limonero junto al puente de Triana, recita aquello de «¡oh Guadalquivir! Te vi en Cazorla nacer; hoy, en Sanlúcar morir». Cernuda lo recuerda en una riada grande, Cervantes habla de la «cargazón» de seis galeras en el puerto, Lope de Vega refiere que «vienen de Sanlúcar,/ rompiendo el agua,/ a la Torre del Oro,/ barcos de plata» y Fray Luis de León cita sus terribles versos: «Y tú, Betis divino,/ de sangre ajena y tuya amancillado,/ darás al mar vecino/ ¡cuánto yelmo quebrado,/ cuánto cuerpo de nobles destrozado!». Embarcado ahora en una obra sobre Neruda que se presentará en Chile, Tabernero subraya que el sentido de vertebración que tiene el Guadalquivir se resume en ese el Gran Sur del título, el que se quedó tras barajar más de 40, el símbolo de un río que, en palabras de Alfredo González, «es la rúbrica en árabe sin firma, de derecha a izquierda, sobre el suelo más hollado por la cultura».

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