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Un informe resolvió el tremendo crimen de Ruth y José

El juez inculpó a Bretón tras el estudio que concluyó que los huesos erande niños

el 30 dic 2012 / 19:37 h.

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Bretón fue acusado de asesinar a sus dos hijos.

Ruth Ortiz, la madre de los dos pequeños que desaparecieron en Córdoba en octubre de 2011 cuando estaban con su padre, siempre sostuvo que sus hijos nunca salieron de la finca paterna de Las Quemadillas. Estaba convencida de que nunca llegaron al parque, donde su exmarido aseguró que los perdió, y que murieron aquel fatídico 8 de octubre a manos de José Bretón. Por eso no se quedó conforme con el análisis que hizo la Policía científica justo después de la detención del progenitor, que determinó que los pequeños huesos hallados en Las Quemadillas eran de animales. Tras peinar a fondo la finca, propiedad de los abuelos paternos, se encontraron restos de una hoguera donde Bretón dijo que había quemado recuerdos de su exmujer. La madre de Ruth y José, de seis y dos años, encargó otro informe al prestigioso forense Francisco Etxeberria. El pasado agosto, este experto dictaminó que los huesos son humanos, concretamente de niños. Este descubrimiento, corroborado por otros dos informes posteriores, dio la vuelta al caso y permitió al juez inculpar a Bretón de asesinato.


La perito policial finalmente rectificó y concluyó también que los restos eran de menores, pero su primer informe erróneo lastró la investigación durante casi un año. El juez Rodríguez Lainz pudo entonces acusar a José Bretón de dos delitos de asesinato con alevosía y agravante de parentesco. El magistrado no tiene dudas de que Bretón quemó a sus hijos en una hoguera, después de haberles suministrado algún tipo de somnífero o relajante. El Instituto de Medicina Legal de Galicia en Santiago trata de hallar ADN en los restos óseos pero es prácticamente imposible porque los cuerpos se clacinaron a altísimas temperaturas (más de 800 grados).


El año cierra con otro trágico asesinato, el de Miriam, la bebé de 16 meses secuestrada por Jonathan Moya en Fiñana (Almería). El asesino, que salía con la madre de la pequeña, le asestó un fuerte golpe en la cabeza y la arrojó a una balsa de riego.

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