Jiménez Fortes. / Foto: J. M. Paisano (Atese) GANADO: Se lidiaron cuatro toros de la ganadería titular de Daniel Ruiz, remendada en los reconocimientos con dos ejemplares de Parladé, que salieron en cuarto y sexto lugar. El primero de la tarde dio buen juego, también se dejaron cuarto y sexto. Segundo y tercero resultaron deslucidos y el quinto fue un manso integral que se rajó por completo. DIESTROS: Manuel Jesús El Cid, de azul pavo y oro, silencio en ambos. / Miguel Ángel Perera, de azul Mahón y oro, silencio y silencio tras dos avisos. / Jiménez Fortes, de Champagne y oro con los remates negros, silencio y ovación tras aviso. INCIDENCIAS: La plaza registró menos de dos tercios de entrada en tarde de calor sofocante. Alcalareño saludó tras banderillear al cuarto. (FOTOGALERÍA DE LA CORRIDA) El jueves de farolillos era un torero taquillero que antes llenaba por sí mismo. No hacía falta esmerarse demasiado en la confección del cartel. Pero ahora no es así y la tarde de ayer reveló la estrecha fortaleza y el débil tirón en la taquilla de estos rellenos inevitables. A pesar del interés que podía suponer para el aficionado el estado de forma de un torero como Miguel Ángel Perera y la ilusionante novedad del bisoño Jiménez Fortes, la plaza presentó un aspecto desolador en un día y una fecha que no hace tanto era llenazo seguro. La crisis está enseñando el camino a seguir, para bien y para mal. Ignoramos las cuentas de la empresa y tampoco nos interesan. Si los nombres acartelados ayer no tenían el suficiente brillo para sacar al personal de las casetas, el baile ganadero que precedió al sorteo terminó de sentenciar un espectáculo que nunca llegó a serlo. Hay más: el paisaje humano de la plaza de toros de Sevilla ha cambiado para siempre y no es casual; las caras conocidas que antes se saludaban de año en año en los mismos tendidos y se preguntaban por la familia ya no tienen yesca ni ganas para soplarse estos rellenos que tampoco meten en los tendidos al despistado público de aluvíón. La Feria estaba en su yema pero aquí no hay un duro. Sólo valen esos tres o cuatro que usted sabe. No hay que darle más vueltas. No hubo más: mucho calor y el despilfarro de dos de los toros que más se dejaron en manos de un Cid al que cada vez le vienen más largas las tres o cuatro tardes que le anuncian en Sevilla. Si llegó a taparse con el victorino más potable del pasado martes ayer mostró un completo catálogo de incapacidad. El diestro de Salteras no pierde los papeles; lidia con suficiencia y anda sin apuros en la cara de los toros pero ya es incapaz de dar el paso definitivo para como ayer- lograr cuajar a ese primer ejemplar de Daniel Ruiz que se le vino como un tren desde el primer cite en los medios. La faena de El Cid, larga y ancha, estuvo plagada de pases de todas las marcas pero no logró apurar, ni de lejos, la calidad de ese ejemplar que podía haber cambiado el signo de una tarde que empezó a flaquear a la vez que el diestro sevillano tomaba más precauciones de la cuenta. A su labor le sobraron cites fuera de cacho, tirones y demasiadas prevenciones y así es imposible. Y tampoco iba a lograr cambiar el signo de la tarde y de su particular Feria de Abril la empresa y el torero deben pensar si merece la pena estirar tanto la cuerda- con el cuarto de la tarde, otro animal no exento de posibilidades al que plantó cara por el pitón izquierdo sin terminar de apostar toda la baraja. No duró demasiado, pero tampoco le sacó el jugo que merecía a la vez que el toro un remiendo de Parladé- se iba quedando tan corto como el ánimo de su matador. Perera repetía en el Baratillo y volvió a intentarlo todo aunque esta vez no todo le salió. Firme y macizo en el planteamiento de faena al segundo de la tarde, el diestro extremeño no logró sacar agua de ese pozo seco, un animal soso y deslucido, muy corto de viajes, que acabó sorprendiéndole hasta desarmarle en el final de una faena que culminó de una estocada caída. Pero la espada no iba a funcionar con la misma contundencia para finiquitar al quinto, un toro que se empeñó en aliarse con el reloj para que sonaran dos avisos mientras Perera trataba de descabellarlo sin tino a pocos segundo del tercer recado. Antes había logrado llevarlo por donde no quería ir hasta que, rajado por completo, renunció a la pelea. La tarde parecía haberse hundido en ese momento pero Jiménez Fortes, el valiente malagueño al que hay que seguir de cerca, nos despertó de la espesa siesta con un trasteo valiente y entregado que tuvo enfrente al tercer toro potable de la decepcionante tarde de ayer. Las ideas no siempre fluyeron con la suficiente claridad pero el hijo de la famosa Mari Fortes aquella pionera del toreo femenino- cuajó un puñado de buenos muletazos que llegaron a ser ilustrados ¡oh milagro!- por la música de Tejera. Faltó redondez a su labor pero sobre todo faltó el refrendo de la espada para poder rascar ese trofeo que le habría venido como agua de mayo. Carretero pasó un quinario para banderillear al tercero, un ejemplar manso y deslucido que sólo embistió topando. De cortos viajes, distraído y esperando siempre con la cara alta, sólo dejó a su matador mostrarse tesonero y matarlo como Dios manda. Un rollo, vamos. Pero este viernes torea El Juli.