Jesús casi es de la familia para los policías del Centro porque comercio que ve, comercio que roba. Le da igual que sea una tienda de ropa, una peluquería o una floristería: de noche, desmonta el bombín de la cerradura y entra a por dinero, o lo que pille. Esta semana ha alcanzado su arresto número 60 y se le atribuyen 72 robos sólo en lo que va de año.
Tiene tanta práctica asaltando negocios vacíos que tarda apenas unos minutos en reventar la puerta, entrar buscando la caja registradora para sacar lo que haya, ver si le interesa algo que esté a la vista y largarse a toda prisa. No revuelve demasiado las cosas, porque prefiere el dinero contante y sonante, ni tampoco se dedica a otro tipo de delitos: está especializado en estos robos, para los que sólo necesita una llave inglesa. Ni siquiera reacciona con violencia cuando la Policía lo detiene: son gajes del oficio.
El joven, de 25 años, ostenta un triste récord: fue detenido anteayer por sexagésima vez, tres de ellas este mismo mes. La Policía le atribuye nada menos que 72 asaltos a establecimientos del Centro, donde él mismo vive, en los últimos seis meses. "No le hace ascos a nada", explican fuentes policiales, "igual entra en un bar que en una floristería". Entre estos 72 casos se le atribuyen robos en bares, restaurantes, supermercados, tiendas de alimentación, de ropa, confiterías y peluquerías. A veces actúa solo, otras con distintos compinches.
Hoy pasará a disposición judicial y lo más probable es que, como ocurrió la semana pasada, quede en libertad al ser delitos en los que no ejerce violencia contra las personas. Hasta que no comiencen a condenarlo si se demuestra que cometió estos robos, Jesús T.M. no ingresará en prisión, y no sería extraño que siguiera robando. "Es su trabajo", ironizan fuentes policiales. En este tipo de delitos -el robo con fuerza está penado por el artículo 238 del Código Penal con condenas que oscilan entre uno y tres años-, aunque no es normal la prisión preventiva, sí es habitual que tras la primera condena las demás se vayan encadenando si logran demostrarse los hechos.
Aunque Jesús es consumidor de droga, "no está demasiado estropeado, porque es joven aún", explican estas fuentes, por lo que probablemente no robe sólo acuciado por la urgencia de una dosis sino porque es su modo de vida.
Los dos últimos delitos los cometió, supuestamente, la madrugada del jueves pasado. Entró en el pasaje Ateneo, entre Sierpes y Tetuán, porque las rejas no estaban echadas y trató de forzar una tienda de ropa, y luego consiguió acceder a otra de complementos, Carmen Casado. Se llevó 600 euros de la caja, pero nada más, aunque había joyas por medio. "Incluso vació una bolsa llena de plata para meter el dinero", dice la propietaria del establecimiento, que espera que "al menos esta vez lo encierren, porque la Policía ya nos ha avisado de que tengamos cuidado porque suele repetir en las tiendas en las que ya ha robado".
Al salir de la tienda, el ladrón fue visto por unos policías, que lo reconocieron. Al darse cuenta echó a correr y tiró al suelo el bombín que acababa de quitar de la puerta y una llave inglesa. Los agentes no lograron alcanzarlo, pero recogieron los objetos antes de entrar en el pasaje, comprobar que había asaltado el local y llamar a la dueña. Cuando ésta llegó verificó que la llave del establecimiento se correspondía con el bombín arrojado mientras huía.
Jesús fue detenido anteayer por la mañana y se le acusa de estos dos robos, que se suman a los tres por los que fue arrestado la semana pasada -dos bares y un restaurante- y otros 40 de los dos últimos meses. En enero se le atribuyeron otros 30, todo ello fruto del trabajo del Grupo de Investigación de la Comisaría de Centro.
'Ahora compruebo que he cerrado bien". Tras el robo que sufrió la semana pasada, la dueña de la tienda Carmen Casado ha cambiado sus cerraduras y toma más medidas de seguridad: siempre se cerciora de haber cerrado bien y de que la reja del pasaje en el que está su tienda quede también echada. "Siempre se cierra, pero esa noche, no sé por qué, lo dejaron abierto y aprovechó para entrar", explica esta empresaria. Se llevó "un buen susto" cuando la Policía la llamó a las tres y media de la madrugada, después de descubrir el robo. "Tengo una hija de 18 años y creí que era por ella. Al final hasta me alegré de que hubieran robado".
Asegura que los agentes le han advertido de que tenga cuidado porque seguramente el hombre quede libre, y suele repetir objetivos. "Lo deberían encerrar, con todos los delitos que acumula. Ya ha tenido su oportunidad y está claro que no quiere aprovecharla".