Local

Un lugar para empezar de nuevo

La fundación Nueva Tierra desarrolla en El Cañuelo, una pedanía de El Castillo de las Guardas, un proyecto de ecoaldea con fines terapéuticos. Un grupo de hombres sin recursos y con problemas de adicción conviven en un edificio en el que el respeto al medio ambiente es una forma de vida. (Foto: Javier Cuesta)

el 14 sep 2009 / 22:53 h.

TAGS:

La fundación Nueva Tierra desarrolla en El Cañuelo, una pedanía de El Castillo de las Guardas, un proyecto de ecoaldea con fines terapéuticos. Un grupo de hombres sin recursos y con problemas de adicción conviven en un edificio en el que el respeto al medio ambiente es una forma de vida.

En El Cañuelo apenas quedaban una docena de vecinos pero hace ocho años la población de este hermoso rincón de la Sierra Norte, alejado de lo bueno y lo malo de las grandes ciudades, se duplicó con la llegada de los integrantes de este programa de rehabilitación consolidando una forma de vida basada en la sostenibilidad. Agricultura y ganadería ecológicas, placas solares y una caldera de biomasa para generar calor sirven, como explica el gerente de la fundación, Ramón Vázquez, para "salvar sus vidas a través del contacto con la naturaleza lejos de los bares y de la calle".

En un principio, los vecinos tenían miedo y "no queríamos que vinieran", reconoce Victoria, de 72 años. "Pero ahora es distinto y cuando me encariño con uno se lo llevan", agrega. Lo mismo opina Eloísa, de 52 años, que asegura que, como ellos, todos allí están "sensibilizados con la naturaleza".

La vida en el edificio, donde residen 11 usuarios y un gobernante, comienza con la llegada del director y de la trabajadora social. Después del desayuno, cada usuario asume la tarea que tiene asignada hasta la hora de la comida, que prepara uno de los internos, cocinero de profesión hasta que empezó a abusar del alcohol.

Uno de los residentes fue Antonio, de 48 años y ex politoxicómano. Después de pasar por muchos centros de rehabilitación fue en El Cañuelo donde encontró una ayuda real. Tras una terapia de nueve meses, trabaja ocasionalmente para este servicio y está empezando una nueva vida en Sevilla. Mientras recorre el huerto en el que los usuarios cultivan sus propios vegetales con compost casero, Antonio recuerda que "al principio" le servía sólo para esconderse.

Otro de ellos, Primi, de 50 años, cuenta: "Estar con las gallinas hace que no me acuerde del alcohol y hasta he dejado el tabaco.

Cuando llega la tarde, es el turno para los talleres y algunos también tienen algún trabajo extra para los vecinos con el que sacan algo de dinero. El director, Iván Martín, explica: "Nunca había tratado la adicción así, pero funciona y el año pasado tuvimos un 56% de altas terapéuticas -cada año pasan unos 30 internos por el lugar- cuando lo normal es un 20%". El reto ahora es acabar la imprenta que construyen en El Cañuelo para "completar el ciclo terapéutico" y formar profesionalmente a personas que, en muchos casos, volverán a vivir en la calle.

Por El Cañuelo han pasado personas que han vivido siempre en la calle pero también militares o ingenieros que lo han perdido todo por el alcohol u otras adicciones. La labor solidaria de Nueva Tierra, respaldada por los empresarios del grupo Ecoarte, la Asociación Cristo Vive, Ingeniero Sin Fronteras, Vía Libre y un grupo de voluntarios, es que tengan una segunda oportunidad.

  • 1