La cofradía del Perdón vivió ayer su estación de penitencia en Alcalá de Guadaíra marcada por el recuerdo del que fuera su hermano mayor, Ricardo Fernández, recientemente fallecido dejando un hueco difícil de llenar por su capacidad de trabajo y, sobre todo, por su entrega a los demás.
Sin duda hubiera disfrutado viendo a su corporación rodeada de los cientos de fieles que se agolpaban en la parroquia de la Inmaculada para presenciar la salida de las dos imágenes más veneradas de la parte norte de la ciudad.
Este año contaban con un aliciente más ya que el paso de Cristo del Perdón sigue avanzando en la talla y los alcalareños pudieron apreciar el trabajo del frontal completamente acabado, además de las esquinas delanteras y las maniguetas, que llamaron la atención por su originalidad ya que responden a una estética dieciochesca.
Con sólo esta fase de la obra acabada pudo apreciarse la originalidad del paso y el buen hacer del tallista Manuel López Duarte.
Para la Virgen de la Soledad también hubo novedades, como la nueva tanda de candelería que estrenaba. También eran nuevas las sayas y el puñal de plata que lleva en el pecho.
El recorrido se inició con notables cambios, ya que las obras del Metro de Sevilla prácticamente rodean el templo, por lo que la salida se hizo hacia Gracia Sáenz de Tejada y profesora Francisca Laguna para luego tomar por la avenida de la Constitución.
Pese a estos cambios, el recorrido fue cada vez más concurrido, hasta el punto de que cuando la procesión llegó a la calle La Mina era imposible avanzar por la expectación generada por una de las cofradías más importantes en la agenda del cofrade de Alcalá de Guadaíra.
El momento culmen de la estación de penitencia fue la llegada al convento de la clarisas, en la calle La Mina, ya que el Cristo del Perdón pertenecía a esta congregación que lo cedió a la cofradía. Las monjas de clausura sólo tienen esta oportunidad para verlo.
Por ello, la procesión se detiene cada año en su puerta para que puedan admirarlo al tiempo que entonan cantos de alabanza que los alcalareños sólo pueden oír cada Martes Santo de sus bocas.
De este modo, continuó el recorrido de una corporación que este año lloraba la muerte de su hermano mayor, que falleció durante la cuaresma habiendo legado a la cofradía años de entrega y una línea ejemplar de actuación.
Tras las elecciones de 2004 se hizo por primera vez con el cargo de hermano mayor, del que tomó posesión a comienzos de 2005. En septiembre de 2008 volvió a salir elegido para otros cuatro años, después de las nuevas elecciones, pero apenas pudo completar una mínima parte de su mandato debido a su inesperado fallecimiento.