El próximo viernes se publica la estadística de la Encuesta de Población Activa (EPA) para el cuarto trimestre de 2009 y, por tanto, la que marca el análisis del conjunto del ejercicio. Existe temor, auténtico miedo, en el Gobierno por los negros datos que puedan aflorar para un país, España, que, por el impacto de los planes anticrisis -sobre todo, las obras municipales- y la temporada alta en el turismo, disfrutó de una suave mejoría en el número de parados para el periodo julio-septiembre (4.123.300 frente a los 4.137.500 del trimestre anterior). Pero ese alivio podría haberse esfumado, como ya han avanzado las cifras del desempleo registrado en las oficinas del INEM, dejando en un espejismo la mejoría en el mercado laboral. Los sudores corren especialmente en el Ejecutivo andaluz, donde preocupa que se rebase la psicológica barrera de un millón de personas sin poder trabajar, dado que 994.400 eran las contabilizadas en el arranque del otoño.
Pero al margen de este listón, hay una serie de incongruencias en los datos oficiales del paro por la confluencia de estadísticas distintas, con metodologías que divergen e invitan en cierta medida a la confusión. Y la clave está en que la EPA, como su nombre indica, es una encuesta, no un registro como son los listados del INEM (en Andalucía, oficinas del SAE) y los de las afiliaciones a la Seguridad Social, los otros dos grandes indicadores que calibran la evolución que existe en el mercado de trabajo.
Comparaciones confusas. Dentro de este contexto, aflora una comparación que chirría sobremanera. Así, no pocos economistas se preguntan el porqué en 2009 -de hecho, antes no sucedía- la EPA revelaba para ciertas comunidades autónomas un menor número de ocupados del que, al menos en teoría, debería haber al cotejarlo con los afiliados a la Seguridad Social.En efecto, durante el primer trimestre dio la cara para el País Vasco y Extremadura, para el segundo, en Cataluña, Andalucía y, de nuevo, en el País Vasco, y para el tercero, otra vez en esta región y las andaluza y extremeña. Esa aparente contradicción, en cambio, no se da para el conjunto del Estado, donde siempre la cifra de ocupados de la EPA supera, y con creces, al conteo de afiliados. En el tercer trimestre, por ejemplo, éstos eran 18.026.653 frente a los 18.870.200 españoles con empleo de la encuesta, una diferencia de 843.547.
Y lo que no cuadra es que sea al revés, que ese volumen de ocupados de la EPA sea más bajo que el registrado en la Seguridad Social -en teoría, todos los que trabajan tienen que estar dados de alta en el sistema-. Veamos, por ejemplo, qué ocurre en la región de Andalucía.Entre abril y junio, la EPA, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, calculaba en esta comunidad 2.931.300 personas ocupadas, 13.737 menos que los andaluces afiliados a la Seguridad Social. En el tercer trimestre, tal diferencia se duplicaba (31.617). Por el contrario, la encuesta para el primero mostraba 55.688 ocupados por encima del promedio de afiliaciones.
Subsidio agrícola. Entre las explicaciones cabría recurrir al vaivén de las campañas agrícolas, que duran por días o semanas y así se constata en la búsqueda de peonadas (jornales) necesarias para poder percibir el subsidio agrario en Andalucía y Extremadura. La metodología de la EPA indica que el encuestador que envía el INE pregunta al entrevistado si trabajaba o no la semana anterior, no la presente, de forma que puede ocurrir que entonces no, y ahora sí. Un matiz: ni en Cataluña ni en el País Vasco se percibe el subsidio agrario, de ahí que este argumento se quede corto.
Las divergencias entre la EPA y el INEM al contabilizar los parados es harina de otro costal. En este último organismo se inscribe, por voluntad propia, el desempleado con su nombre y apellidos, a modo de censo, mientras que los resultados de aquella encuesta son una extrapolación estadística. Así, la EPA los calculaba para Andalucía en 994.400 en el tercer trimestre y el INEM los rebajaba a 823.530. Son muchos los que no tienen trabajo y, sin embargo, no acuden a apuntarse al registro.
Sea como fuere, este último es el que está cuestionado -por no contemplar a la totalidad de los parados y excluir también a ciertos colectivos, como los que perciben ayudas para cursos de formación-, mientras que la metodología de la EPA es la única homologada por la oficina estadística de la Comisión Europea, Eurostat. Por tanto, el viernes tanto si se supera la barrera del millón de parados como si se queda a las puertas, al número de Andalucía le precederá un más o menos.
2.884.300. Es el número de ocupados andaluces que revelaba la EPA en el tercer trimestre del año pasado.
2.915.917. Es el promedio de personas afiliadas a la Seguridad Social en Andalucía en el tercer trimestre de 2009