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Un 'museo' de chismes

Cuchillos, espadas, televisores, bicicletas y los objetos más insospechados se amontonan unos sobre otros en el depósito judicial de pruebas. Muchas de estas piezas llevan 20 años en estos almacenes en los que hay de todo menos espacio.

el 15 sep 2009 / 06:02 h.

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Cuchillos, espadas, televisores, bicicletas y los objetos más insospechados se amontonan unos sobre otros en el depósito judicial de pruebas. Muchas de estas piezas llevan 20 años en estos almacenes en los que hay de todo menos espacio.

¿Alguna vez se ha preguntado dónde están las pruebas usadas por la Policía y la Justicia? Miles de estos objetos reposan amontonados en el depósito de piezas de convicción, ubicado en los juzgados del Prado, de cuyo Decanato depende. Dividido en dos almacenes, ocupa gran parte del sótano del citado edificio, oculto a la vista del público.

Cerrados a cal y canto, los pasillos de acceso ya dan una idea de lo que se puede encontrar en su interior. Cuando Javier Villar, uno de los funcionarios encargados del mismo, nos abre las puertas, encontramos miles y miles de cajas ubicadas en estanterías repletas que ya no dan más de sí. El suelo está prácticamente ocupado por los objetos que a lo largo de los años se han ido acumulando. Y es que en el depósito cada año entran "entre 2.800 y 2.900 legajos, es decir, paquetes de pruebas, con una o numerosas piezas. Aquí están depositadas las pruebas necesarias para investigar una causa judicial y las piezas que los cuerpos de seguridad requisan.

Entre los objetos hay numerosas curiosidades y la pregunta que asalta es qué delito se habrá cometido con ellos para que estén ahí. Un parchís, un somier de una cama o un traje de novia son algunos ejemplos, que a Lobo y Villar ya casi ni les asombran. Están acostumbrados a tener que tratar con navajas llenas de sangre y ropas de cadáveres, "que metemos en varias bolsas y cajas para que no desprendan olor", señala José Luis.

Todas menos las armas de fuego, "que se llevan al depósito de la Guardia Civil", señala Juan Luis Lobo, otro de los depositarios. "Aquí van entrando y tenemos que clasificarlas hasta que se nos ordene qué hacer con ellas", dice.

Estas piezas, una vez que concluyen las diligencias judiciales, "son devueltas a sus propietarios, se subastan o se destruyen", dependiendo de lo que dicte el juez -las subastas de objetos sin dueño conocido se hacen cada dos o tres años-; "Lo que ocurre es que algunos llevan aquí muchos años porque nunca se ha cogido al autor del delito y hasta que éste prescriba debe estar aquí".

De hecho, algunas piezas son de 1989, incluso más: sólo hay que echar un vistazo a algunos modelos de televisores. En el caso de las armas blancas, se envían a la Guardia Civil para que las destruya.

El depósito está dividido en dos almacenes, uno para los objetos grandes y otro para piezas más pequeñas, ambos sin espacio. La mayor dificultad es localizar las piezas pues, aunque clasificadas, se mezclan unas con otras.

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