Pasó en un segundo. Josué estaba estudiando para los exámenes finales y su madre se había echado un rato en el sofá, cuando oyó un estruendo y al llegar al salón vio a su hermana de seis años en el suelo, inconsciente y sangrando por los oídos, porque se le había caído encima un televisor antiguo. Los médicos dijeron que si hubiera tardado un poco más podría no haber llegado viva.
A Marian se le había caído encima, no se sabe cómo, un enorme televisor colocado en una mesa con ruedas a más de un metro de altura. Cuando Josué, de 14 años, llegó al cuarto la encontró en brazos de su madre, que estaba como paralizada por la impresión: su hermana pequeña sangraba abundantemente por los oídos y tenía los ojos semicerrados.
Estaba inconsciente. Él la puso de lado, por el lado por el que más sangraba, para tratar de frenar la hemorragia y decidió llamar a una vecina para que los llevara en su coche hasta un centro médico, porque su madre estaba tan nerviosa que casi no era capaz de reaccionar. Optaron por acudir al ambulatorio de su barrio, Alcosa, para no perder tiempo.
"Cuando llegamos, los médicos la pusieron sobre una camilla para estabilizarla y fuimos por separado al hospital. Allí nos dijeron que tenía múltiples fracturas en el cráneo y que estaba en coma, y que si hubiéramos decidido llevarla nosotros al hospital a lo mejor no hubiese llegado", explicaba ayer Josué a las puertas del Hospital Virgen del Rocío, donde Marian sigue ingresada, aunque ya ha pasado a planta. Los hechos ocurrieron el viernes y la niña estuvo en la UCI casi un día, hasta que despertó y se comprobó que no corría peligro.
Josué, que estudia segundo de ESO, lo cuenta con tranquilidad, aunque si se le pregunta que qué pensó cuando vio así a su hermana, da un soplido fuerte y reconoce que pasó "un susto grande". Se nota que le ha dado muchas vueltas al tema cuando reflexiona: "No sabemos qué pasó, pero fue muy rápido, aunque hubiéramos estado todos en la habitación en ese momento, es imposible que hubiéramos podido evitarlo".