El obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, recibió ayer la Semana Santa con la lectura de una carta pastoral titulada Acoso a la vida . En el texto, al que ha tenido acceso El Correo, enumeró las "amenazas" que acechan al derecho a la vida, poniendo al mismo nivel la ley del aborto y la ley andaluza de muerte junto a una ristra de hechos delictivos, como "la tortura, el acoso criminal de los regímenes totalitarios, la pena de muerte, los enfrentamientos raciales, los genocidios y las persecuciones de cristianos". González Montes censura por igual las leyes y los delitos, pero culmina la carta pastoral con una frase inequívoca: "La humanidad se llegará a arrepentir y horrorizar ante prácticas inhumanas y aberrantes hoy amparadas por la ley, tal vez sin querer reconocerse a sí mismas en ellas".
El arzobispo dedicó la mayor parte de su oración a criticar con dureza "la nueva ley que liberaliza el aborto en todo el territorio nacional". "Es un síntoma de la cultura de la muerte que soportamos", dijo. Y acto seguido denunció que la reforma de la ley del aborto, aprobada en el Congreso el pasado 23 de febrero, es una herramienta para que se enriquezcan algunos. "Los pingües beneficios que resultan de esta práctica abominable y los beneficios que seguirá dando a las clínicas abortistas no pueden ser encubiertos disfrazando el aborto como supuesto derecho de la mujer embarazada", dice.
"El aborto no es la única amenaza que se cierne sobre la vida. La pena de muerte sigue siendo una práctica en algunos países que es preciso abolir. La nueva ley de muerte digna aprobada en nuestra región nos hace albergar gran inquietud, imposible de acallar ante los riesgos patentes que ofrece la ley de ser utilizada para la práctica de la eutanasia", reza la carta pastoral.
Legal o ilegal. No es la primera vez que un obispo andaluz arremete contra leyes aprobadas en el Congreso o en el Parlamento andaluz, y las equipara con actos ilegales penados en la legislación vigente. El arzobispo de Granada, Javier Martínez, también anunció durante una homilía en la Catedral, la pasada Navidad, que el aborto era un "genocidio silencioso". Comparó la reforma de la ley con el régimen de Hitler y añadió que los crímenes nazis no eran tan "repugnantes" como los que permitía cometer dicha ley. Además Martínez provocó un aluvión de protestas cuando dio a entender que la mujer que aborta "mata a un niño indefenso" y, por tanto, "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar" de su cuerpo. El arzobispo acusó a los medios de haber tergiversado su homilía y tuvo que matizar aquellas palabras.
Los Obispos del Sur (Odisur) intentaron que la Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de las Personas en el Proceso de la Muerte, conocida como ley de muerte digna, incluyese el derecho de los médicos a abstenerse a aplicar los cuidados que limiten el dolor de un enfermo terminal. La ley permite a los pacientes decidir sobre la duración de sus vidas en casos terminales y rechazar terapias que prolonguen su situación de forma artificial. Al ser rechazada su propuesta, y una vez que se aprobó la ley, los obispos aseguraron que "en sí la ley como tal no es de estricta necesidad", porque "la sociedad no reclama una ley ahora, y en los hospitales se puede funcionar perfectamente sin ella".