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Un operario de Lipasam rescata a un joven del camión de la basura

Se durmió dentro de un contenedor y fue lanzado al camión de la basura, vapuleado y prensado durante más de una hora, hasta que por fin los operarios de Lipasam lo oyeron gritar y lo sacaron. Félix, un rumano de 30 años, no puede quitarse de la mente el empuje "continuo, continuo" de la prensa sobre su espalda, que lo dejó magullado. Foto: Javier Cuesta

el 15 sep 2009 / 23:39 h.

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Se durmió dentro de un contenedor y fue lanzado al camión de la basura, vapuleado y prensado durante más de una hora, hasta que por fin los operarios de Lipasam lo oyeron gritar y lo sacaron. Félix, un rumano de 30 años, no puede quitarse de la mente el empuje "continuo, continuo" de la prensa sobre su espalda, que lo dejó magullado.

En un español precario y con un humor increíble después de semejante susto, Félix aún era capaz de bromear ayer: decía que despertó pensando que lo había cogido "un avión" y que en España los basureros trabajan "muy rápido", no como en Rumanía.

Alojado en unas instalaciones municipales gracias a la mediación del Cecop Social, dolorido pero sin lesiones graves, no cesaba de repetir que se vio de pronto a oscuras entre un montón de basura, que llegó a verlo "todo negro" y que se asustó tanto que pensó que se moría. La prensa del camión lo apretaba "continuo, continuo" mientras le caían encima desperdicios de los contenedores que seguían tirando al camión, que hacía girar la basura y la estrujaba para compactarla.

Se había quedado dormido la noche del jueves junto a la antigua estación de Cádiz, dentro de un contenedor y tapado con cartones, cuando fue lanzado al camión, que siguió su ruta sin oírlo gritar. Más de una hora después, sobre las 4.30 horas, el camión se atoró en la calle Diego Martínez Barrios de Nervión, los operarios pararon para revisarlo y, al escuchar sus golpes y sus gritos, avisaron a la Policía y a una ambulancia, según explicaron fuentes municipales. Como no había otra forma de sacarlo, volcaron toda la basura en plena calle, y así lograron rescatarlo del camión.

Gesticulando con la mano, con el puño cerrado empujando hacia adelante y hacia atrás y luego señalándose la espalda, Félix intentaba con insistencia ayer hacer ver cómo la prensa le había empujado en la espalda, y se entristecía al repetirlo. Decía, sujetándose la frente, que ahora no dejaba de recordarlo. "Yo soy grande y estaba doblado en dos", con las rodillas sobre la cara, explicaba uniendo sus manos, obsesionado con ese movimiento "continuo" que le hizo tanto daño. Su segunda obsesión era que había perdido los papeles y las fotos que traía para arreglar su documentación en el Consulado de Rumanía. Había venido a Sevilla para unos trámites y luego quiere regresar a Jaén, donde vive.

Su minuciosa descripción del recorrido que hizo hasta acabar en el camión es casi tan dolorosa como el vapuleo que sufrió. Félix llevaba una semana en Sevilla y había pasado seis noches sin dormir. Intentó resguardarse en alguno de los edificios que encontró por la calle, donde hay "muchos hombres durmiendo", pero en ninguno lo dejaron quedarse. No encontró ayuda en una ciudad "tan turística", decía. Al final terminó metiéndose en el contenedor, a las once de la noche, y despertó no sabe cuánto tiempo después, con los golpes de la prensadora. Tampoco sabe cuánto pasó allí, pero le pareció "mucho, mucho tiempo".

Gesticulando, Félix explicaba que golpeó las paredes y gritó, pero había mucho ruido y empezó a verlo todo negro por "un síncope". Entonces el camión paró, él volvió a llamar y escucho a alguien decir: "¡Aquí hay un hombre!". Los operarios de Lipasam volcaron el camión para sacarlo, y el hombre también explicaba con mímica que cayó entre una montaña de basura que olía muy mal. Alertaron a la Policía, al Cecop Social y al 061, que lo llevó al hospital de la Macarena, donde le hicieron todo tipo de pruebas por si sufría lesiones internas. Al final, todo quedó en unas magulladuras, pero Félix, acuciado por el dolor, preguntaba ayer si le darían medicinas.

No es la primera vez que ocurre algo similar. A finales de 2005, un marroquí de unos 12 años que también dormía en un contenedor fue arrojado a otro camión de Lipasam e igualmente acabó hospitalizado, con varias fracturas.

A Félix, que tardará algunos días en reponerse, el Cecop Social le ha buscado alojamiento y le ayudará a tramitar el papeleo que había venido a hacer. Pero será difícil que olvide esos empujones "continuos" en su espalda.

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