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Un paseo hacia la tragedia

La margen fluvial por la que cada día los vecinos sacan al perro, corren o montan en bici era ayer escenario del trágico desenlace.

el 25 feb 2013 / 20:27 h.

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La noticia corrió como la pólvora. A algunos vecinos de la familia les pilló cuando volvían a sus casas o trabajos tras participar en la concentración frente al Ayuntamiento de Coria mientras que muchos habitantes de La Puebla del Río se enteraron por boca de un tío materno de la joven María Isabel, carnicero en un supermercado y que recibió en su puesto de trabajo la confirmación del trágico desenlace. Los pescadores de ambos municipios se enteraron de primera mano cuando Manolín, que avistó lo que creyó un cuerpo flotando en el río al volver de capturar albures en su barca y dio el aviso, paró como cada día en el kiosco del embarcadero de Coria, adonde una vez desplegado el efectivo policial y confirmado el hallazgo, acudieron agentes de los Cuerpos de Seguridad para hablar con él y tomar sus datos de contacto, según reconoció Tomás, que regenta el bar del embarcadero.

Desde el mediodía y hasta las 14.45 horas cuando, tras el levantamiento del cadáver, los operarios de la funeraria trasladaron el cuerpo al Instituto Anatómico Forense, el paseo fluvial de La Puebla que cada día usan algunos vecinos para pasear tranquilamente al perro, hacer footing o montar en bici, fue un continuo trasiego de coches de la Policía y la Guardia Civil que se cruzaban con decenas de curiosos andando hasta donde el cordón policial permitía acercarse. Entre ellos había jóvenes que conocían de vista a la hermana, a una amiga de una amiga de María Isabel o al novio -que también se acercó a primera hora visiblemente afectado según testigos presenciales y sin hacer declaraciones a los medios allí congregados- pero también adultos y familias completas con niños en carritos que comentaban entre sí las noticias que iban saliendo en la tele y la radio, salpicadas con rumores de cosecha propia sobre la pareja, y cuestionaban si no hubiera sido más acertado asomarse desde la zona alta del pueblo porque podría verse algo mejor.

La curiosidad humana y la expectación informativa que despiertan este tipo de casos hacen difícil evitar que la escena de la tragedia adopte ciertos tintes de circo mediático. De hecho, la Policía colocó el primer cordón policial bastante cerca del lugar en el que apareció el cuerpo y posteriormente lo retrasó unos 200 metros para alejar más a los periodistas y curiosos. Nada más levantarse el cordón, los más jóvenes no se resistieron a acercarse hasta la misma orilla en la que apareció el cadáver entre la incredulidad de algunos agentes.

Poco a poco se fue despejando el lugar pero el eco de la trágica noticia sobrevolaba las conversaciones en los cercanos restaurantes El Velero y El Rezón de La Puebla, las tabernas de los dos embarcaderos y cualquier bar, comercio o lugar de reunión de ambos municipios en cuyas fachadas aún colgaban los carteles con el rostro de María Isabel y los teléfonos para dar pistas de su paradero.

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