Ha sido el fiel escudero de José Bono y José Antonio Alonso, el militar en el que más confía Rodríguez Zapatero, el cerebro del Ministerio de Defensa entre 2004 y 2008. Sagaz, ambicioso y cauto, ha sabido subir en la escala militar cosechando el respeto, a la vez, de la clase política, un caso casi insólito en España.
Por eso Sanz Roldán es para muchos un político vestido de uniforme, un estratega que no cesa un segundo de calcular, prever, estudiar. Su visión global, lista para abarcar todos los problemas de la Defensa nacional, y su profundo conocimiento de los organismos internacionales lo han convertido en el asesor clave, la muleta que cualquier político desea, y más en un partido, el PSOE, donde las políticas de guerra nunca han sido especialmente populares.
Sanz tiene 64 años, fue teniente de Artillería a los 21 y comenzó a foguearse en el Sáhara. Conoce lo mejor de Tierra (El Goloso, Campamento) y fue el quinto militar más joven en los cursos de Estado Mayor. Ha estado muy vinculado a EEUU desde su etapa como agregado militar en la embajada española en Washington, lo que le supuso un espaldarazo para ser jefe del área de relaciones con la OTAN/UE.
En 2004 ascendió a teniente general y se convirtió en director general de Política de Defensa, el Digenpol más severo que se recuerda. Con la victoria de Zapatero, Bono lo nombra Jefe de Estado Mayor. Pero quería más. En 2007 intentó presidir el Consejo Militar de la OTAN, pero los políticos no lo apoyaron lo suficiente. Cosechó una dolorosa derrota. Por eso la ministra Chacón le creó un puesto ex profeso para redimirlo, el de Alto Representante para la Presidencia española de la UE en asuntos de Defensa, un puesto demasiado gris. Con su ascenso al CNI, Chacón ha sabido compensarlo con un papel ideal para un hombre que adora el control.
