Don Enrique Henares Ortega no es nada más que eso, un pregonero como Dios manda. Preparado, experimentado, conocedor de la Semana Santa (semana santa no es sinónimo de cofradías) y, principalmente, para el menester que ha sido elegido, brillante y elocuente. Me consta, además, su altura intelectual como jurista, y también, por lo que le tengo oído, conozco de sobra que su formación cristiana no es epidérmica, sino intramuscular, subcutánea y profundamente ósea. Distingue a la perfección el fresco del congelado y sabe separar divinamente las voces de los ecos.
Además de las del Derecho del Trabajo (el contrato, despido, salarios, sanciones laborales, etc.), donde es máxima y destacada figura (del toreo), conoce a la perfección las instituciones de Derecho Civil y del Penal (familia, hijos, matrimonio, vida, muerte, etc.) y por todo creo -Enrique, no te pongas ancho- que Dios nos lo ha mandado fundamentalmente para dos cosas, para que los sevillanos nos deleitemos por lo que cuente y como lo cuente, y para que, con la vigencia de los tiempos difíciles, contradictorios y paganos que vivimos en la actualidad, no nos olvidemos de lo que como creyentes venimos obligados y nos recordará. Enrique, creo que una entradita, aunque sea de paraíso, me la merezco. Gracias, enhorabuena.
José María Font Ortiz es abogado
