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Un problema laboral cada cuarto de hora

En el edificio Noga se celebran cada día 60 o 65 vistas sobre despidos o reclamaciones

el 26 feb 2012 / 20:22 h.

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20.000 opositores se examinaron ayer para ser auxiliares de Justicia.

El pasillo de la crisis. Así se podría denominar al pequeño vestíbulo situado ante las puertas de las salas de vistas en las que se celebran los juicios de los Juzgados de lo Social. Cada día decenas de personas, entre abogados, testigos, demandantes y demandados, se congregan en este minúsculo espacio en el que el drama de un futuro incierto se respira en el ambiente. Todos esperan con nervios el cuarto de hora en el que podrán exponer su problema a un juez, con la esperanza de encontrar una solución.

Los Juzgados de lo Social se encuentran en el denominado edificio puente, situado en la avenida de la Buhaira. La primera planta está destinada a las salas de vistas, tanto de Penal como de lo Social, con lo que trabajadores despedidos se mezclan con personas que han sido atracadas o presuntos autores de un delito a punto de ser juzgados.

Las pantallas, que están situadas tanto en la planta baja como en la primera, señalan cuáles son los juzgados que celebran ese día y el número de la sala de vistas. Desde las nueve de la mañana, las cinco salas están a pleno rendimiento, pues ante sí cada juez tiene una media de 13 casos cada día. Comienza la jornada y, antes de entrar en la vista, las partes intentan un acuerdo in extremis. Los abogados se ven en los despachos de los secretarios de cada juzgado, evitándose así que más de un asunto acabe en juicio. Es el caso de cuatro mujeres, que prefieren mantener el anonimato, que tras cuatro meses esperando su juicio por un despido han llegado a un acuerdo de última hora con la empresa. Cuatro meses, un plazo que hace tres año hubiera sido una barbaridad.

En la puerta de cada sala, un listado permite saber cuáles son los juicios que se celebrarán en cada juzgado. El Juzgado de lo Social 9 tiene 13 juicios de los que cinco son por despidos (en uno el demandado es el Ayuntamiento de Los Palacios), otros tantos por reclamaciones a la Seguridad Social y sólo uno por reclamación de cantidad. Un ejemplo de por qué hay que esperar dos años para poder cobrar un salario impagado. Los agentes van saliendo a la puerta y uno tras otro van llamando a las dos partes en conflicto. Dentro les espera el magistrado que durante toda la mañana tendrá que ir escuchando uno a uno todos los conflictos. El tiempo estimado para cada uno de ellos es entre 10 y 15 minutos, y en algunos casos más complejos hay 20 o 30 minutos de margen. Sin embargo, llevar este apretado guión es en muchos casos imposible, lo que hace que la espera del turno llegue a superar la hora y media.

"Teníamos que haber entrado hace ya más de una hora", lamenta Constantino Muñoz. Él acude a juicio con otros dos compañeros, Salvador de la Llera y Diego Jiménez, que fueron despedidos tras muchos años de trabajo en el Mercado provisional de la Encarnación. Los tres hacían labores de vigilancia y mantenimiento en las antiguas instalaciones, pero cuando la lonja se trasladó a la nueva ubicación bajo las setas del Metropol Parasol "la cooperativa nos echó sin darnos nada. De un día para otro". Ellos explican que desde entonces, hace ya 14 meses, están luchando para poder cobrar una indemnización por sus despidos, ya que llevaban 30, 20 y cuatro años trabajando allí. "Con los 700 euros del paro ya me dirá cómo vivimos", explican mientras lamentan que debido a su edad -a uno de ellos le quedan tan sólo tres años para jubilarse-, "no vamos a encontrar trabajo".
Ellos no son los únicos que ven el futuro negro, también los funcionarios que trabajan allí. "Es una crisis muy fuerte, no vamos a salir tan fácil", asegura una funcionaria mientras retira el listado de la puerta de la sala tras haber terminado la jornada de juicios.

En la oficina, sus compañeros no son más optimistas. Aseguran que están "desbordados" y que están trabajando no sólo por las tardes, "sino también fines de semana", porque no les da tiempo para tramitar tanto papel. "Es agobiante y encima la gente se piensa que no trabajamos, cuando estamos desbordados". Una situación que se comprende al ver las mesas llenas de papeles.

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