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Un profesor con varita mágica

el 24 oct 2010 / 06:55 h.

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"No tengo un chip con el cual entro en el vestuario y todos empiezan a volar. No soy el mago de Oz. Tenemos que saber transmitir nuestra manera de trabajar, la forma en que queremos que se juegue y conseguir que los jugadores saquen a relucir sus valores futbolísticos". Con este aviso se presentó Gregorio Manzano ante la afición del Sevilla el pasado 27 de septiembre, un día después de que en el club de Nervión colmara el vaso de la paciencia tras un inicio de temporada marcado por el fiasco que supuso quedarse fuera de la Liga de Campeones. Manzano (Bailén, Jaén, 1956) sabe dónde pisa; sabe que esto del fútbol no es cuestión de magia sino de trabajo y talento, y que los partidos se ganan con los pies pero, fundamentalmente, con la cabeza.

Profesor de Psicología en la Escuela de Entrenadores de Sevilla y Benalmádena y de Lengua en Jaén tiempo atrás, además de entrenador, el nuevo director de orquesta nervionense destaca por ser un estudioso del fútbol cuya capacidad para transmitir sus conocimientos a los jugadores le ha dado éxitos. En su vitrina guarda un título de Copa y ahora, en el Sevilla, sabe que puede decorar su salón con nuevos trofeos si es capaz de conseguir que la máquina arranque.
"Hacía 750 kilómetros diarios, de ida y vuelta, entre Jaén y Talavera a través de Sierra Morena y los montes de Toledo. Conducía solo y aprovechaba las horas porque grababa los entrenamientos en una cinta. Describía cada ejercicio con todo detalle y en el camino me escuchaba a mí mismo", relató en alguna ocasión recordando sus orígenes en esto del fútbol.

Y es que Manzano tiene una larga trayectoria en los banquillos que comenzó allá por 1983, en el Santisteban, y le ha llevado a estar al frente de una larga lista de equipos: Villacarrillo, Iliturgi, Villanueva, Úbeda, Jaén, Martos, Talavera, Toledo, Valladolid, Racing, Rayo, Mallorca -en dos etapas-, Atlético de Madrid y Málaga. Toda una escuela que le ha hecho recibir la consideración de técnico capaz de sacar frutos en tierras estériles. Debutó en Primera con el Valladolid y lo dejó octavo; un par de años después, y tras no poder hacer gran cosa en el Racing, cogió al Rayo en el puesto 19o y lo dejó 11o. Su buen hacer llamó la atención del Mallorca, al que proclamó campeón de Copa. Y, luego, del Atlético, donde quedó séptimo y no encontró mucha paciencia.
La pasada campaña, Manzano volvió a hacer brillar a un plantel, el del Mallorca -allí ha pasado seis temporadas- en el que nadie creía. Sólo el sevillista Rodri, con aquel gol in extremis en Almería, le privó de lograr el premio de la clasificación para la ronda previa de la Champions.

Ahora, el Profesor, al que se ha relacionado muchas veces con el Sevilla, ve cumplido uno de sus sueños. Siempre le gustó la forma de trabajar de su nuevo club, su labor con los escalafones inferiores y su capacidad de crecimiento a todos los niveles... Manzano tenía claro que, tarde o temprano, recibiría la llamada de Del Nido. Quizá por ello había visto por televisión todos sus partidos excepto uno antes de ser contratado.
Y, por el momento, el jiennense está logrando resultados. Cuatro partidos... y tres victorias, la segunda de ellas viendo a la afición corear con olés el juego del equipo. Su primer objetivo ha sido reducir la ansiedad del grupo haciendo ver a los futbolistas que están capacitados para ganar y jugar bien. Pura psicología. Nada de gritos continuos, apelaciones a la virilidad o axilas sin desodorante. Ésa es su varita mágica: llegar a la mente del futbolista para que rinda. En pleno proceso de reconversión, el Sevilla necesita alguien capaz de hacer que el equipo logre éxitos y enganche a la afición. Todo un reto para Manzano.

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