Un pueblo muy teatral

Guadalema de los Quintero, pedanía de Utrera, se construyó a imagen y semejanza de las poblaciones que describían los hermanos Álvarez Quintero en sus obras literarias

No debe de haber muchos lugares que puedan decir con orgullo que están creados a imagen de los Álvarez Quintero. La descripción típica que estos comediógrafos utreranos dedicaban a los pueblos que servían de escenario a sus obras literarias salió un día del papel para hacerse realidad en su propia Utrera natal. Monumento a los hermanos Álvarez Quintero en Guadalema. Monumento a los hermanos Álvarez Quintero en Guadalema. Está conmemorándose el 125 aniversario de la publicación de la primera obra de estos dos hermanos, Esgrima y amor, que vio la luz en 1888. Es buen momento para pasear por las calles de Guadalema de los Quintero, una pedanía utrerana llena de detalles quinterianos, y con una curiosa historia. Este núcleo de población, con aproximadamente 600 habitantes, fue creado por el Instituto Nacional de Colonización en 1948. Hasta allí se trasladó un grupo de andaluces, especialmente granadinos, que habitó las grandes viviendas que se construyeron para la ocasión, dedicándose al cultivo de unas ricas tierras que fueron tratadas y preparadas para la cosecha. Estos colonos, como así se denominaba a los residentes en este tipo de lugares, llegaban para vivir en un poblado que poco tenía que ver con lo que habitualmente se diseñaba en aquella época. Un grupo de aficionados madrileños al teatro quinteriano fue el responsable de la Guadalema que hoy se conoce, ya que propuso el nombre y la fisionomía: iba a servir de homenaje a Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, y a su obra literaria. A los propios comediógrafos les gustó la idea, que finalmente pudo materializarse. Este colectivo hablaba de un poblado “blanco, que derramará la luz como un don de Dios, tendrá patios con reflejos verdes y rejas para verificar los tópicos...”. Así debía ser Guadalema, ese pueblo imaginario que los escritores describían en algunas de sus comedias, un lugar andaluz, de paredes blancas, risueño... Y de esa forma se creó esta pedanía utrerana. Buscando ese típico lugar de las obras quinterianas, se levantó un poblado hermoso, de casas blancas, uniformes, con tejadillos y azoteas, con rejas afiligranadas por las que asomar macetas y enredaderas, con naranjos en las calles, y con una plaza presidiendo el centro del pueblo donde se encuentran los edificios más significativos, como son el ayuntamiento y la iglesia. Pocos de aquellos poblados que nacieron por la misma época podrían superar en encanto a Guadalema de los Quintero, una pedanía que, a día de hoy, prácticamente no ha variado su fisonomía, y que sigue teniendo el encanto con el que se creó. Poco se ha edificado desde entonces en el pueblo, por lo que casi se mantiene intacta la esencia original de finales de los 40. En muchos casos, y debido a las dimensiones de las viviendas, padres e hijos conviven en las casas, que pasan de una generación a otra. Es un lugar, además, en el que se respira tranquilidad, y donde la relación entre sus habitantes es estrecha, quizás por las penalidades que tuvieron que vivir cuando todavía no se había hecho realidad aquel proyecto quinteriano, además de las carencias propias de la época. Por si aún quedan dudas de a quién se consagra este pueblo, dos elementos más completan el homenaje a los Álvarez Quintero y añaden mayor encanto, si cabe, al lugar. Justo al llegar a la plaza central, muy cerca de la iglesia, un monumento con el busto de los dos hermanos recuerda de forma permanente a estos ilustres utreranos. Pero, además, pasear por Guadalema es recorrer algunas de las obras y de los personajes que salieron de la pluma de los escritores: Malvaloca, Fortunata, La Giralda, Pasionera, Marianela, Pepita Reyes, Mariquilla Terremoto,… son algunos de los nombres que sirven para rotular las distintas calles de la población sevillana. Hijos predilectos de Utrera y de Sevilla, y adoptivos de Málaga y Zaragoza, fueron miembros de la Real Academia de la Lengua Española, con cerca de 200 títulos en su haber, diversos homenajes y premios. Incluso cuentan con un museo-legado en las instalaciones del teatro municipal Enrique de la Cuadra, en Utrera. Pero, sin duda, de todos estos reconocimientos, el más original se encuentra a unos 17 kilómetros al suroeste del casco urbano utrerano, junto a la carretera N-IV, muy próximo también a la Entidad Local Autónoma (ELA) de El Palmar de Troya. Allí se levanta esa veintena de calles típicas andaluzas, que bien podrían servir para acoger a los populares personajes que un día crearon los Álvarez Quintero y que, gracias a la original propuesta de aquel grupo de Madrid, hizo posible construir el pueblo soñado en las páginas de un libro.

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