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Un punto de sutura que no cura pero anestesia

Lo único positivo que se puede sacar del encuentro de ayer, y del doble desplazamiento a Génova y Palma, es que el Sevilla acaba el año en una posición privilegiada en la Liga. Lo posibilita el punto que sumó ayer de forma aburrida y conformista ante un apocado rival. Con todo, el empate no tapa la pobre imagen nervionense. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 20:12 h.

Lo único positivo que se puede sacar del encuentro de ayer, y del doble desplazamiento a Génova y Palma, es que el Sevilla acaba el año en una posición privilegiada en la Liga. Lo posibilita el punto que sumó ayer de forma aburrida y conformista ante un apocado rival. Con todo, el empate no tapa la pobre imagen nervionense.

Un equipo de Champions de la Liga española no debe jugar partidos como el de ayer. No debe salir, aunque ya es una costumbre, al terreno de juego a ver qué pasa, a esperar que caiga una ocasión del cielo o a que se aparezca la Virgen en forma de calidad individual. Como equipo sabe defender, y muy bien casi siempre, pero tiene tremendas limitaciones para atacar y resolver los problemas que presentan los rivales. Eso fue lo que le ocurrió ayer en Mallorca. El Sevilla realizó otro partido versión monótona y aburrida. Nunca alteró el ritmo del encuentro y no se vio por ningún lado la rabia y la garra que se le supone a un conjunto del nivel del Sevilla justo después de una eliminación como la del jueves. Todo plano. Pero eso sí, esta monotonía tiene al conjunto de Jiménez, al cierre de 2008, segundo clasificado de la Liga, que no es poco. Otra historia es lo que ha de venir y la factura que, a la larga, pueda pasar lo ocurrido durante la semana que ayer acabó.

mal inicio. El Sevilla saltó al campo con Génova en la mente y en las piernas. Sin tensión ni intensidad, sin dinamismo ni circulación, el equipo de Jiménez dejó pasar los primeros minutos del encuentro como si de un espectador más en el Ono Estadi se tratase. Ello propició que la habitual animosidad inicial del equipo local se plasmara en alguna que otra aproximación del Mallorca e incluso en una clara ocasión de Nunes en un saque de esquina (bien, no como cuando vestía de sevillista) botado por Martí (5'). A partir de ahí los bermellones inquietaron alguna vez más, pero sin llegar a apurar a Palop. Con los minutos, eso sí, el Sevilla recuperó el control del balón, que no del partido, y hasta gozó de una clara ocasión tras una buena acción de Navas que tras un remate entre Luis Fabiano y Capel, incomprensiblemente estorbados, se estrelló en el larguero (17'). Pero fue una aguja en el pajar. El equipo de Jiménez no creaba juego y por tanto tampoco peligro. Sobre todo porque no encontraba vías para penetrar en la zaga balear, replegada sin disimulo tras el primer cuarto de hora.

En la mente debieron tener los sevillistas la clara consigna de agotar los minutos para acrecentar el nerviosismo de los locales, pero el nerviosismo lo llegaron a provocar ellos mismos con su desesperante pasividad y monotonía en el juego, basado en balones largos a Luis Fabiano, que siempre recibía incómodo y sin apoyos cercanos, y de ello tuvieron mucha culpa Renato y las pocas soluciones aportadas por los dos centrocampistas. Sólo se podía esperar algo cuando Navas cogía la pelota, aunque tuviera inmediatamente dos jugadores encima. En definitiva, una primera parte lamentable.

Y la segunda, siendo mejor, tampoco alteró mucho el guión. El Sevilla pareció dar, no de forma descarada, en todo caso, un paso hacia delante, sobre todo con la salida de Kanouté, pero las ocasiones seguían sin llegar. Sólo pudieron cantar una los hispalenses, la de Romaric (61') tras un pase de Jesús Navas por la banda derecha. Pero Lux se encargó de evitar la reivindicación del marfileño, que volvió a firmar otro encuentro bastante flojo.

Sin sufrir atrás, salvo en algún intento aislado de los locales a balón parado, el Sevilla, ni con Adriano en el campo, supo descomponer las dos líneas de cuatro plantadas por el Mallorca. El empate pareció firmado a media hora del final. Así fue.

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