Tengo muchas incógnitas por resolver del partido de Pamplona. La alineación inicial del Sevilla, el extraño juego del equipo para adecuarse al de su rival y las sorprendentes declaraciones de Jiménez en la sala de prensa sobre cómo se consensuó el equipo con los jugadores.
Razones de peso. Estaba seguro de que después de escuchar a Luis Fabiano sobre cómo debía jugar el equipo, -con dos extremos y dos delanteros-, el técnico no le iba a dar la razón al '9' de Brasil. En el fondo es lo que quiere la afición, lo que mejor le va al juego del equipo y Jiménez termina por apostar por ello mediada la segunda parte. El técnico es el que manda y debería morir con sus ideas, pero creo que ante el Deportivo se volverá al equipo del Mallorca para evitar otro disgusto de los aficionados.
Estilo claro. Para ganar en Pamplona, lo que debió hacer el Sevilla era rasear el balón, tocar y tocar, sacando su calidad de arriba con las bandas, más Kanouté y Luis Fabiano, porque teniendo a Renato por la derecha y a Adriano por la izquierda, después de jugar el de Coritiba de lateral sus últimos partidos, es perder desborde donde hubiera hecho de verdad daño a Osasuna.
Una locura con mayúsculas. Pensar en un equipo para equipararse en el juego del rival es un absurdo al ver donde están en la tabla Osasuna y Sevilla. Con estas cosas se fomentan los debates entre Manolo Jiménez y los aficionados. Y cada día hay menos adeptos al arahalense aun estando en los puestos de Liga de Campeones. Menos mal que al final el Sevilla sacó un punto pese a su mal partido y tiene una ventaja sustancial para ese tercer puesto que no puede dejar escapar de sus dos últimos partidos ante Deportivo y Numancia. La tercera plaza está muy cerca.
