Remar es una ONG con amplia trayectoria en la ciudad de Sevilla que desde sus principios ha trabajado en pos de la ayuda, promoción y desarrollo de personas marginadas. Desde su aparición en 1982 ha destacado por la lucha contra las injusticias, la adicción a las drogas, el hambre, la enfermedad, el subdesarrollo, el analfabetismo y el maltrato infantil. En la actualidad trabajan en más de 70 países muchos de ellos en vías de desarrollo gracias al apoyo de miles de colaboradores voluntarios que dedican sus vidas al servicio de ayuda a los demás. Jonathan Palma y Helder Antonio Viveiros, de Remar Sevilla, descargan un mueble procedente de una vivienda. / Foto: J.F.J. Estas personas dedicadas íntegramente a la ayuda humanitaria en su mayor parte fueron ayudadas para salir de situaciones precarias y difíciles y posteriormente decidieron amparar a otros que se encuentran en situación de emergencia, devolviendo de alguna forma la ayuda recibida con anterioridad. Es el caso de Helder Antonio Viveiros, un portugués afincado en Sevilla que llegó a Remar hace 12 años cuando su vida había tocado fondo: «Para mí Remar fue la puerta abierta para que me pudiera rehabilitar de mi problema de adicción a las drogas que incluso me llevó a la cárcel durante un largo tiempo». Para Helder Antonio, Remar supuso volver a ponerle rumbo a su vida. «Me ofrecieron una casa, apoyo de personas que se implicaron conmigo y paciencia durante mi rehabilitación», resalta. En la actualidad no consume ningún tipo de droga y se encuentra totalmente recuperado, ejerce como Coordinador del Rastro, Mudanzas y Transportes de Remar Sevilla. El Rastro de Remar es una herramienta para conseguir beneficios económicos para poder continuar con la labor social de esta ONG: «No recibimos ayudas del Estado, por tanto tenemos que buscar alternativas para financiarnos. Proporcionamos servicios que hacen que desarrollemos nuestras capacidades y de este modo nos sintamos útiles». Por ejemplo, una persona puede llamar a Remar para que recojan un mueble viejo o que no utilice en su domicilio. Remar cobra una cantidad simbólica en concepto de servicios de transporte y recogida. Ese mueble puede ser restaurado por los voluntarios o bien, si su estado de conservación no es adecuado, se procede a su traslado al Punto Limpio. «Hay cosas aprovechables pero otras no.De ahí que se pida dinero por la recogida, para cubrir los gastos ocasionados con el vehículo y con los voluntarios», plantea el coordinador del Rastro. Helder Antonio plantea que a pesar de contar con mucha aceptación y reconocimiento entre la sociedad sevillana, la crisis también ha afectado al Rastro y las ventas no son tan numerosas como les gustaría que fueran. No hay que olvidar que a pesar de que los muebles no sean donados entre personas necesitadas, sí que son vendidos para financiar la labor social de esta ONG comprometida con la rehabilitación de personas vulnerables y en muchos casos con problemas de adicciones. La convivencia entre las personas rehabilitadas y las que aún no lo están es fundamental para que éstas últimas puedan entender que es posible salir de ese «bucle de adicciones, excesos y perdición». El Rastro y todo el entramado de trabajo en equipo que conlleva es una herramienta fundamental para conseguir la implicación de estas personas y que se sientan útiles. ¿Cuándo una persona deja ser ayudada y comienza a ayudar a los demás? Helder Antonio lo tiene claro: «Todos ayudamos y somos ayudamos desde el primer instante. Intentamos que cuando las personas llegan se sientan partícipes y estén ocupadas». Plantea que cada persona tiene unas potencialidades que son puestas en práctica durante su proceso de rehabilitación: «Es muy importante que cada persona se sienta útil y sea valorada por el trabajo que realiza, es el primer paso para la recuperación», subraya. Helder Antonio confiesa que ayudar a otros para que se rehabiliten es un trabajo complicado, y se necesitan muchos conocimientos y preparación: «El compromiso con la persona cuando ingresa en Remar es con ella misma, aunque debemos estar ahí para marcarles el camino que deben seguir». De esta forma, los más veteranos sirven de apoyo y ejemplo a los que llevan menos tiempo en Remar. Jonathan Palma, un joven de 32 años que ingresó hace un año, es uno de ellos: «Llegué con muchos problemas de adicciones, además de problemas con la Justicia. Hoy me siento muy a gusto en este lugar y sobre todo útil». Jonathan realiza mudanzas, portes, ayuda en la recuperación de muebles, además de desempeñar labores de mantenimiento y limpieza. «Me ayudan mucho tanto física como psicológicamente cuando piensan en mí para que les eche una mano con algo», plantea. Jonathan sabe que el camino para la recuperación no es fácil, pero tiene fe en que lo conseguirá. Sus compañeros son para él una familia, se siente querido y respetado. Ha encontrado una forma de continuar su vida echándole un pulso a las drogas. «Desde que decidí formar parte de Remar mi vida ha cambiado para mejor», concluye.