El chaval se llamaba Michael y era residente del Centro de Acogida de Refugiados (CAR) de Sevilla, según explicó el amigo que estaba con él cuando perdió la vida, que lo había conocido en el CAR donde ambos se alojaban. El fallecido llevaba encima documentación que está siendo analizada por la Policía Nacional, que se encargará de la investigación.
Su amigo no supo precisar con seguridad de qué país de África procedía, al estar muy nervioso por lo ocurrido. Sí contó que estaban bañándose y jugando con más gente hasta que Michael se hundió. Al ver que llevaba varios minutos sin salir a la superficie, alertaron al servicio de emergencias 112, que lo notificó al Centro de Coordinación Operativa.
Otros testigos que también se estaban bañando cerca del fallecido aseguraban que la zona "no es profunda, porque hay piedras en el fondo". "Lo que pasa es que no saben nadar, si yo llego a estar me meto por él y lo saco, pero cuando llegué ya hacía un rato que se había hundido", decía un joven mientras los Bomberos rescataban el cuerpo.
Los bañistas se habían metido en el agua ayudándose de unas plataformas flotantes con las que los aficionados al remo acceden a las embarcaciones. Otros testigos, deportistas que frecuentan el paseo a diario, afirmaban que es muy habitual que los jóvenes se bañen e incluso se tiren de los puentes. "No son conscientes del peligro", se lamentaban.