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Un retrovisor hacia el pasado oscuro de la Alameda

El Ayuntamiento predemocrático ya intentó en 1977 crear una Alameda comercial, pero el tejido social lo evitó

el 30 may 2012 / 19:47 h.

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*Guillermo Gutiérrez del departamento de Ingeniería Gráfica de laEscuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla.El Ayun

En el pleno del Ayuntamiento de Sevilla celebrado en octubre de 1970 se decidió iniciar los trámites para construir un aparcamiento en la Alameda de Hércules, cuando era responsable de la Policía y de Tráfico don Antonio Canela Morato. La escasa capacidad económica del Ayuntamiento hizo olvidar el proyecto.

Posteriormente, ya en el año 1976, el Ayuntamiento retoma la idea e inicia la elaboración del denominado Plan Especial de Renovación Urbana del Sector de la Alameda de Hércules. El plan, inspirado por el entonces concejal de Urbanismo don Adolfo Alberich, vio la luz en los primeros meses de 1977 y tras la aprobación inicial por el Ayuntamiento se inició la exposición pública y se abrió el periodo de alegaciones.
El plan preveía construir un aparcamiento de 500 plazas por planta y con cinco plantas bajo rasante, en total 2.500 plazas de aparcamiento rotatorias. Para facilitar el acceso al aparcamiento, se ensancharía la calle Calatrava y se demolería la Capilla del Carmen. Además, se crearía un centro comercial en la misma Alameda.

Cuando se fueron conociendo los contenidos del plan, los partidos políticos de izquierda, en colaboración con las, entonces combativas, asociaciones de vecinos y con la ayuda del Colegio de Arquitectos y de varios estudios de arquitectura, iniciamos una campaña titulada Salvar la Alameda. En ella se rodó una película sobre la Alameda, se elaboraron documentos, se realizaron mesas redondas, información en las distintas asociaciones de vecinos, manifestaciones, peticiones de entrevistas, etcétera.
En septiembre de 1977 finalizó el plazo de alegaciones al plan y se presentaron bastantes de ellas, pero destacaré una por el valor social y político que tuvo, teniendo en cuenta que el Ayuntamiento aún no era democrático. La democracia llegó a nuestro Ayuntamiento en la primavera de 1979. La alegación estaba firmada por un grupo de Arquitectos que se denominaba Argüelles y por los siguientes partidos políticos: Acción Comunista, Partido Comunista, Partido Socialista de Andalucía, Partido Socialista Obrero Español y Partido del Trabajo. Los arquitectos que componían el grupo Argüelles eran: Lino Álvarez, Guillermo Díaz Vargas, José García-Tapial, Roberto Luna y Juan Ruesga, si mi memoria no me falla.

El documento base de la alegación hacía un riguroso estudio del plan y pronosticaba las consecuencias en caso de llevarse a cabo, en resumen consideraba que la realización del plan desvirtuaría las peculiaridades sociales y artísticas de la zona, se oponía al ensanchamiento de la calle Calatrava, a la demolición de la Capilla del Carmen, a la demolición del caserío más humilde y a la creación de una nueva zona comercial en la Alameda, a la destrucción de la trama urbana de la zona, a la masiva atracción de vehículos y en definitiva a la expulsión de sus habitantes a la periferia, como consecuencia de primar lo comercial sobre lo residencial.

En septiembre de 1978, la Comisión Provincial de Patrimonio rechazó el plan, no lo aprobó y lo devolvió al Ayuntamiento con argumentos muy similares a los que contenía la alegación firmada por los partidos. La comisión se oponía a convertir la Alameda en una zona comercial en vez de residencial, al aumento de la circulación, a la construcción del aparcamiento, al ensanche de la calle Calatrava, a la demolición de la capilla del Carmen, etcétera.

Decía la Comisión de Patrimonio que "hay que distinguir entre una ciudad considerada como un colector de vehículos y una ciudad considerada como el testimonio y el legado de unos hombres y de su cultura". Es decir, ya en aquella época la comisión apostaba por una ciudad para las personas.
En el año 1977, el Colegio de Arquitectos, que por aquel entonces estaba muy comprometido socialmente, convocó un concurso de ideas sobre uso y destino de la Alameda de Hércules. Se presentaron ocho propuestas, y las tres ganadoras coincidían en reducir el tráfico privado, en potenciar el transporte colectivo, en primar el aspecto residencial, en evitar la conversión en zona comercial y en la necesaria construcción de escuelas, guarderías y servicios públicos en general.

Como puede comprobarse, absolutamente contrario a lo que establecía el plan de aquel Ayuntamiento predemocrático y que en parte ha resucitado nuestro actual Consistorio, al que le gusta demasiado mirar por el espejo retrovisor al pasado más oscuro. Hoy la Alameda es un magnifico lugar recuperado para la ciudadanía, de componente residencial, con un gran espacio común para la convivencia ciudadana de los distintos barrios que la rodean, con la vuelta del alegre griterío de los niños en sus juegos, en definitiva una zona con gran atractivo para vivir. La recuperación de la zona ha tenido un importante apoyo y financiación pública. Dejemos a Penélope y a su velo en paz.
En mi opinión, intentar que se convierta en el patio trasero de la zona comercial del Duque y la Campana me parece una vuelta a un pasado que no nos gusta a muchos y una tremenda injusticia con sus vecinos y las inversiones públicas realizadas.

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