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Un salto al vacío

Con sólo pasar las páginas de este periódico se percibían ayer varias batallas en distintos frentes y, además, con la sensación de que cada ejército estaba mandado por un -o una- general y que en todos se había estropeado la radio.

el 15 sep 2009 / 07:29 h.

Con sólo pasar las páginas de este periódico se percibían ayer varias batallas en distintos frentes y, además, con la sensación de que cada ejército estaba mandado por un -o una- general y que en todos se había estropeado la radio. El tironeo de la nueva autovía del Aljarafe, el incierto uso de las Atarazanas, la incógnita sobre la otra sede del Museo de Bellas Artes, el zigzag del Metrocentro, la cola de inmigrantes en la emblemática Plaza de España? son imágenes de un caos mental y administrativo. Esos moradores del molino almohade daban la última pincelada al cuadro. Sevilla -la Gran Sevilla- está a punto de traspasar un umbral y parece un salto al vacío.

Si miramos hacia atrás recordamos vagamente planes, foros, estrategias y no se sabe cuántas fórmulas que pasaron sin que se sepa su destino. Los administraciones parecen desnortadas, la oposición se dedica a decir que hay calles sucias y a repetir los tópicos de siempre (el estreno de Cospedal ha sido antológico) y unas asociaciones sin créditos dan la tabarra. Pero Sevilla no es el yacimiento arqueológico de Indiana Jones: técnicos, expertos, gente curtida en las batallas de antes de la Expo, hace 20 años, seguramente tendrá ideas pero, como no hay elecciones, no se les convoca. Nuestros políticos -los del Gobierno y los de la oposición- no recurren a ellos, están en otra película: en Nadie conoce a nadie.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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