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Un siglo de flores en Sagasta

Cada primavera es noticia, y más si, como ahora, viene el Corpus. Hace más de cien años que la calle Sagasta es, además de lotería, un olor. Su floristería es emblema de la Sevilla eterna.

el 30 may 2011 / 19:00 h.

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Casi con toda seguridad puede tratarse de la floristería en activo más longeva de toda Sevilla. Es muy posible que haya olfateado sus flores al pasar por allí camino del Salvador, tras haber salido de la diminuta capillita de San José, tan sólo a unos metros de distancia, o yendo a por décimos para Navidad. En la céntrica calle Sagasta, muy cerquita de la famosa administración de lotería, se sitúa este singular quiosco de flores que lleva allí desde 1879, que sus dueños sepan.

Claveles, rosas, calas, aliums, molusellas, brásicas y muchos tipos de flores más participan en las sensaciones del transeúnte que pase por su vera, porque además de ser un espectáculo de color lo es de olor y, más aún, si cabe, en la época primaveral, cuando la fragancia floral inunda esta popular callejuela de la Sevilla añeja.

Este negocio familiar ha pasado de padres a hijos durante varias generaciones. Hoy lo regenta Pepe Montero, nieto del fundador. Todo comenzó con su tía abuela, que tenía un puesto de flores en el desparecido Teatro San Fernando. Con tal fortuna que al tiempo su abuelo abrió la floristería en la calle Sagasta. Desde entonces y hasta hoy la fragancia de sus flores sigue envolviendo a los paseantes. El asunto floral funcionó tan bien que en la Exposición Universal de 1929 la familia abrió otra pequeña tienda en el barrio del Heliópolis. "Se solían celebrar carreras de caballos y mis abuelos vendían las flores por las gradas", cuenta Pepe.

La mayoría de las flores provienen de la localidad gaditana de Chipiona, famosa por la calidad de sus plantas. La floristería también se aprovisiona de flores de Alicante y Almería e incluso hay algunas que proceden del otro lado del Atlántico, como las rosas. "En su mayoría, las rosas vienen de Ecuador", explica Pepe. Y, cómo no, de Holanda. Todas no estarán, claro, pero a simple vista cuesta negarlo.

¿Y qué gustan los sevillanos cuando van a comprar flores? Habitualmente piden flores exóticas como la campánula que, como su propio nombre indica, sugiere la forma de unas campanitas y, claro, además son muy demandadas las clásicas de toda la vida.

La fecha fetiche para el comercio de las flores es la primavera. La Semana Santa tiene cierta culpa de ello. Y que sea la época en la que la mayoría de los novios sevillanos se disponen para decir el sí quiero, también. Esta primitiva floristería situada en los aledaños de la carrera oficial suministra adornos florales a unas cuantas hermandades sevillanas.

Muy apegada a la tradición de la capital cada semana de pascua, Flores Montero proporciona sus ejemplares más cuidados para que luzcan en las canastillas de las procesiones, como los claveles rojo sangre y lirios morados que lleva el Cristo del Calvario o los ramitos de azahar que acompañan a la bellísima imagen de María Santísima de la Amargura. El próximo año, cuando las vean, respiren hondo y sentirán el aroma que desprenden sus flores. Es casi celestial. "Otra época buena es el Corpus Christi; se vende mucha flor porque es una festividad muy floreada", lo cierto es que los balcones del centro y los escaparates se engalanan con cientos de flores y pequeños altares. Este año no pierdan detalle. "Va haber más balcones adornados que otros años", dice.

Ramos de novias, adornos para iglesias, cofradías, coronas de difuntos, aquí hacen de todo. Cuenta Pepe de una corona funeraria que le encargaron, el asunto no llegaría más allá si no fuera porque la persona a la que iba dirigida estaba más viva que muerta y fue él mismo el que abrió la puerta. ¡Vaya susto que se llevó el repartidor! Ya sabe, lea primero la tarjeta porque nunca se sabe quién le puede mandar flores.

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