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Un simple resfriado

Llaman a la puerta en el momento en el que acaba de romperse un cordón del zapato y ninguna de las partes alcanza para enlazarla con comodidad para el riego sanguíneo y la estética...

el 16 sep 2009 / 05:25 h.

Llaman a la puerta en el momento en el que acaba de romperse un cordón del zapato y ninguna de las partes alcanza para enlazarla con comodidad para el riego sanguíneo y la estética. El timbre vuelve a sonar y, como espero al técnico de la lavadora, acudo rápido con un zapato en el pie derecho, una zapatilla en el izquierdo y en la zocata el cordón roto, que apenas tiene una semana. El que llama no es quien espero, que lleva ya el retraso de una hora sobre la anunciada, sino el vecino de enfrente que necesita un destornillador porque se le ha atascado la tostadora y las rebanadas de pan están torrándose. Busco el instrumento en la caja grande de madera que conserva no sé cuántos cables que no sé ni de qué puñetas son, tornillos y puntillas sueltas y todos esos chismes que nos endosan cuando compramos un aparato y casi nadie sabe para qué sirven. El vecino está servido, aunque no me extrañaría que al cabo del rato volviera con un problema de la cafetera porque es sabido que cuando se funde una bombilla en el cuarto de baño, detrás va otra de la cocina y la siguiente es del comedor. El técnico de la lavadora sigue retrasándose y yo voy logrando ese grado de insatisfacción que cualquiera alcanza cuando comprueba que la última factura del teléfono triplica la de los meses anteriores. No existe ningún error, sino el gasto de las llamadas del móvil para que arreglasen una avería en el fijo, exactamente cuando respondía una voz grabada y te entretenía para que siguiera creciendo la cuenta.

Llega el de la lavadora y su diagnóstico acarrea un disgusto familiar. Después de treinta y cinco años sin apenas estropearse, tenemos que jubilarla porque no hay piezas de recambio y comprar otra nueva para la que anuncia que durará un par de trienios. La diferencia tiene para el técnico una explicación lógica, Bru las fabricaba tan buenas y duraderas que acabó en la ruina, tuvo que cerrar la industria. Después, se llevan la vieja lavadora entre el duelo de la familia porque no podrá ponerla de ejemplo cuando digan que los aparatos se rompen como el cordón del zapato y como a la crisis económica le afecta un supuesto resfriado.

Periodista daditrevi@hotmail.com

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