Un sueño bajo el costal

La joven María Jesús Márquez espera cumplir este Miércoles Santo su sueño y abre un horizonte de oportunidades para la mujer al convertirse en la primera hermana costalera en una cuadrilla en la historia de la Semana Santa de Gerena.

el 01 abr 2014 / 23:11 h.

María Jesús Márquez ha recibido también el apoyo de sus vecinos, y de las otras dos hermandades locales: ‘de arriba’, La Soledad, y ‘de abajo’, La Vera Cruz . / Juan C. Romero María Jesús Márquez ha recibido también el apoyo de sus vecinos, y de las otras dos hermandades locales: ‘de arriba’, La Soledad, y ‘de abajo’, La Vera Cruz . / Juan C. RomeroROVICNI Aquella noche María Jesús Márquez llegó a casa con un brillo precioso en su mirada. Llena de emoción y de alegría, de júbilo, y no era para menos: le habían dado un sí trascendental en su vida, que estaba llamado también a cambiar la historia de la Semana Santa de su pueblo. Desde ese mismo instante en el que las sombras del rechazo habían desaparecido de su horizonte para siempre, esta joven de 23 años tenía en sus manos, o más bien en su costal, la oportunidad de cumplir el sueño de su adolescencia y juventud. «Es una manera de expresar lo que llevo dentro. Quería experimentar la sensación de llevar algo que para mí es muy importante, porque lo siento y porque me gusta», explica María Jesús, que confiesa que acudió a la igualá, de donde saldría la cuadrilla de costaleros para sacar por vez primera el paso de la Virgen del Rosario en la procesión del Miércoles Santo, convencida de que en el peor de los casos el no ya lo tenía. En silencio, cortada, esperó hasta el final de este encuentro para acercarse al capataz del paso del Cristo y decirle a lo que iba. Quería ser costalera. «Ella llegó con un poco de miedo pensando que la íbamos a rechazar», relata Manuel de los Reyes Carmona, presidente de la Asociación de Fieles del Gran Poder. «¿Y por qué la íbamos a rechazar por ser mujer? ¿No sale de nazareno, no están en las bandas de música o salen de acólito? ¿Por qué no iba a poder salir de costalero?». La respuesta favorable de esta corporación religiosa, con el apoyo del párroco, sacude muchas ideas preconcebidas y deja en pie de igualdad a la mujer con respecto al hombre, también en las trabajaderas. «Ella era la que tenía que tomar la decisión, si María Jesús lo tenía claro y además se ve capaz y está segura de que se puede meter en las trabajaderas, como lo ha demostrado, estamos con las puertas abiertas y muy contentos de que lo pueda hacer con nosotros», afirma el presidente de esta asociación parroquial. La madre de María Jesús, Ana, apoya y celebra la valentía de su hija. / Juan C. Romero La madre de María Jesús, Ana, apoya y celebra la valentía de su hija. / Juan C. Romero Entretanto, en casa aguardaba la madre de esta hermana costalera, Ana. «Cuando llegué a casa estaba mi madre preocupada, mucho más nerviosa que yo, sufriendo por saber qué había pasado», asegura ahora entre risas, pero no había tiempo que perder: tenía que buscar su costal de color negro porque al día siguiente empezaban los ensayos. Tuvo tiempo, eso sí, para que una amiga bordase en esas telas tan anheladas durante años su nombre y un amuleto, con forma de bruja, que llevará guardado en su interior. «Al principio es doloroso mientras te adaptas, pero se me hizo corto el primer ensayo», cuenta María Jesús, «porque estaba disfrutándolo tanto que apenas pude darme cuenta del tiempo». En esos momentos, un mar de sentimientos se entreveraban en su mente, y de ellos sacaba la fuerza, embriagada de gozo, para continuar adelante: «Te acuerdas de muchas personas y de tantos momentos que es difícil de explicarlo». En un mundo, el de los costaleros, dominado todavía hoy por los hombres, esta costalera, muy querida en su pueblo, es consciente de lo que su lugar en la quinta trabajadera del paso de la Virgen del Rosario supone. «Comprendo que quizá no a todo el mundo le ha sentado bien que haya una mujer en el paso, aunque no me quejo: la actitud de los hombres ha sido buenísima, son compañeros y están muy atentos para saber cómo me siento». En los tres primeros ensayos, a la espera de la mudá que esta noche trasladará el paso hasta el templo parroquial, la diversidad no ha sido un tema tabú. «No ha habido burlas, ni mucho menos, pero un poco de chiste tampoco viene mal», explica, porque es una manera de intergrarla en el discurso de la naturalidad. En el aspecto físico, ser mujer tampoco ha sido un problema porque hay costaleros gordos, los hay muy finitos, los hay muy jóvenes o más maduros, señala, y asegura que le está costando menos adaptarse de lo que esperaba. «Ella no se da cuenta del alcance de su decisión», reconoce su madre, «porque con su ejemplo está abriendo las puertas a otras mujeres». Ana saca pecho de su hija, de la que se muestra «orgullosísima», y reconoce que también le habría gustado salir de costalera cuando era joven. «Sin embargo, no tuve la valentía que ha tenido mi hija». Para la Asociación de Fieles, tanto como las otras dos hermandades (La Soledad y La Vera Cruz) que procesionan en Gerena, tener a la primera hermana costalera es un motivo de alegría. «Empezamos hace 26 años y estamos cambiando la manera de ser y de hacer de las hermandades y de nuestra Semana Santa», afirma el presidente de la asociación, que asegura que en su directiva hay más mujeres que hombres, y han sido valientes por ejemplo al procesionar en silencio o con música de capilla. «Nos decían la cofradía del miedo», bromea Manuel, «pero volvemos a hacer historia», dice convencido de que cuando vean a María Jesús con el costal y metiéndose bajo el paso, serán muchas más las mujeres que den el paso adelante para integrar las cuadrillas de costaleros de las hermandades de su pueblo.

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