Han tenido que pasar 30 años para que los sones clásicos de la Agrupación Musical de Jesús Despojado vuelvan a resonar por el antiguo Compás de la Laguna. Será un Domingo de Ramos muy especial para sus 90 componentes pero en especial para Antonio Amodeo, director musical de la banda y gran artífice de que Sevilla haya recuperado los sones de gaitas, flautas y xilófonos en su Semana Santa.
"Yo siempre he sido más de boina que de tricornio", explica Antonio, que el Domingo de Ramos irá tocando el xilófono en la banda. Cuando desapareció la banda de Jesús Despojado este músico pasó a formar parte de Virgen de los Reyes de la que se retiró en 2005, "una vez que cumplí mi promesa de volver a tocar tras el misterio de Jesús Despojado".
El regreso de esta banda es algo más que una simple conmemoración, pues con su regreso estos músicos saldan una deuda pendiente con la hermandad desde hace 30 años. "La junta de gobierno agradeció la idea desde el primer momento. Aunque en un principio sólo íbamos a tocar en la Cruz de Guía, ellos decidieron que debíamos hacerlo hasta la Catedral, algo que es una responsabilidad y un orgullo", asegura.
Ni Antonio ni el resto de componentes de la banda saben cómo reaccionarán el Domingo de Ramos, aunque es consciente de que "será muy difícil porque nos vendrán a la mente muchos recuerdos de aquellos años. Va a ser algo fuerte". Más que músicos estos componentes son amigos que han decidido reunirse para recuperar estos sones clásicos aunque, eso sí, "sólo por un año", aclara Antonio Amadeo.
Por su mente pasan los instantes vividos esta Cuaresma en los escasos tres ensayos que ha tenido la banda, en ellos "el ambiente era una fiesta con saludos, familiares y nuestros hijos", recuerda, aunque "no ha sido nada fácil reunirnos todos porque ya tenemos una edad y muchos compromisos".
Aún así, el Domingo de Ramos será un día muy especial para Antonio. "Hemos montado marchas clásicas como Cristo de la Expiración o Perdón que nos trasladarán a aquellos años". En la Puerta de San Miguel todo terminará y las boinas se guardarán en un cajón, quién sabe si a la espera de un nuevo Domingo de Ramos.
