El Gobierno Local ha decidido priorizar en este mandato la ampliación del tranvía a San Bernardo y ha descartado ejecutar el proyecto a Santa Justa. La decisión política de aplazar el segundo tramo ha sido tomada por la especial complejidad de la obra desde el punto de vista técnico, financiero y del rechazo ciudadano, canalizado a través de las 300 alegaciones presentadas hasta el pasado lunes. Si el proyecto final plantea el trazado por San Francisco Javier en lugar de la Avenida de la Buhaira, requerirá hasta tres pasos subterráneos, la eliminación de numerosos aparcamientos en superficie y la consiguiente construcción de nuevos parkings subterráneos para compensar la pérdida de plazas de residentes y poder así financiar el proyecto. Además, la obra conllevaría indefectiblemente una reordenación del viario y -lo que más importa al gobierno local- los plazos de ejecución quedarían seriamente comprometidos de cara a las elecciones municipales del año 2011. Ante este panorama, el alcalde prefiere acometer la ampliación hasta el apeadero de San Bernardo, que no ha generado ningún rechazo, y ralentizar la conexión con Santa Justa toda vez que ya existe un túnel de cercanías infrautilizado desde Viapol hasta la principal estación de tren. Hace bien el Gobierno Local en replantearse un proyecto tan complejo y que ha generado tanta contestación ciudadana. Pero hizo mal al anunciar a bombo y platillo que la obra estaría concluida en 2010 cuando ni siquiera había proyecto. Una ampliación de tanto calado necesita total transparencia ante los ciudadanos y, sobre todo, una explicación convincente de por qué en este mandato tan sólo se harán 880 metros de trazado cuando el alcalde ha reiterado que sólo tendrá sentido cuando se amplíe en su totalidad. Poco más de dos kilómetros en ocho años no es el mejor balance para que la ciudad abrace el tranvía y lo haga suyo.
