Economía

Un zapato sobre plano

Detrás de la marca Ray Garzía Shoes encontrarán el diseño de dos arquitectos sevillanos y la manufactura del taller Senra de Valverde del Camino. ¿El resultado? Un calzado de lujo.

el 05 feb 2014 / 23:41 h.

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caryyo1¿Qué tienen en común dos arquitectos sevillanos con un taller artesanal de Valverde del Camino? Lo que les une es Ray Garzía, una marca de calzado que vio la luz en septiembre del año pasado, en la que Alfonso Clemente y Carmela Luque ponen la creatividad y el diseño, y el taller de Senra de la localidad onubense, su saber hacer y la manufactura artesanal. ¿El resultado? Un exclusivo zapato que pretende «ser lo más funcional posible e intentar que refleje la personalidad de quien lo lleve». Con esas premisas –abunda Alfonso– «un zapato no se diferencia mucho de un proyecto de vivienda unifamiliar». Alfonso y Carmela no tenían nada que ver con el universo del calzado. De hecho, todo empezó por una conversación casual durante unas vacaciones en Barcelona. «Discutíamos de la calidad de los zapatos tras entrar en una zapatería; siempre nos ha gustado todo lo artesanal, la manufactura y las cosas hechas con detalle, y nos interesamos por ese mundo». Y así, sin más, se pusieron manos a la obra a aprender todo lo que pudieron sobre calzado y luego se plantaron en Valverde para buscar quien les ayudara a dar forma a su proyecto, sobre la base del zapato valverdeño. Al principio, no se imaginaban qué cara pondrían en la cuna de los famosos botos a su idea, pero el taller de Alfonso Senra, tercera generación del negocio, se mostró abierto a innovar. «En Valverde fabrican un producto de altísima calidad y detalle, pero tienen un problema, que compiten entre ellos mismos en precio porque su mercado no crece más», apunta Alfonso Clemente, quien cree que su aventura puede servir para dinamizar la economía local y abrir la mente a diversificar hacia otros productos. Reconoce que romper ciertas barreras cuesta mucho, sobre todo al principio, pero enfatiza que en Andalucía «hay bastante gente creativa y una escuela de moda fantástica, por lo que existe talento de sobra para revitalizar la industria del calzado». En su opinión, el único obstáculo que hay que salvar es precisamente ése, cómo conseguir acercar el mundo del diseño al mundo de la industria. Con Ray Garzía Shoes, esta pareja de arquitectos no ha dejado sus actuales ocupaciones. Carmela tiene un trabajo estable y Alfonso, autónomo, continúa desarrollando proyectos puntuales, puesto que su actividad natural se ha resentido bastante con la crisis. Aun así, no hay límites. «Hasta ahora lo único que queríamos era volcar nuestra faceta curiosa en otras cosas», sin tener claro cómo puede evolucionar esta aventura. Los dos planes de negocio que han elaborado para analizar los mercados y clientes potenciales son muy claros al respecto. Su negocio no está en Sevilla y apenas en España. La razón es evidente. «En Sevilla no se vende un par de zapatos de más de 140 euros» y tampoco hay una búsqueda especial en calidad y diseño, reseña. En este sentido, el zapato que ellos producen tiene un coste de fabricación de 130 euros, con lo que el precio se eleva hasta el entorno de los 350 euros. Las cuentas, por tanto, están claras. No salen. «Aquí puede parecer un precio escandaloso, pero si ves el mercado fuera, te das cuenta de que no solo no eres caro, sino que eres competitivo», como constataron tras hacer un estudio entre más de cien marcas de calzado de la competencia. Por contra, su cliente objetivo, aunque es «muy minoritario», responde a un perfil urbano, que mezcla mucho, le gusta innovar, pero también cuenta con objetos fetiche. Japón es un mercado potencial, remarca Alfonso. «Es uno de los más interesantes porque allí hay gente que se gasta 8.000 euros en un coche que sea práctico y funcional, pero a la vez se gasta 5.000 euros en un bolso de piel, mientras que nuestra cultura es la contraria. Aquí nos gastamos 20.000 euros en el coche y 20 en un bolso». Por ello, Asia, el norte de Europa y EE.UU. son los mercados objetivos. De ahí que la página web esté directamente en inglés y que la marca busque posicionarse en esos canales tan selectivos donde se encuentran sus clientes. «Eso es lo complicado, llegar a esos canales tan exclusivos». Pero ya han empezado a dar sus primeros pasos en este sentido contactando con bloggers, revistas especializadas, boutiques y otras fuentes de las que se nutre el público al que quieren llegar. planoHace apenas unos días regresaron de París, donde han participado en la feria internacional de moda Who’s Next? en el apartado de Premiere Classe –en la zona de complementos más chic– que les ha servido para establecer contactos. De esa feria, su primera experiencia expositiva, les ha surgido la oportunidad de participar en otro evento a finales de febrero en Milán, en el que no habrá más de 40 marcas representadas, y al que están invitados más de 2.000 agentes del sector. Su objetivo más inmediato es contactar con tiendas y agentes distribuidores que posicionen sus zapatos, para luego promover una plataforma de venta on line. «No buscamos un cliente rico, sino que valore el producto». No puede ser de otra forma, ya que utilizan pieles de primera calidad –de caballo, cabra, becerro y hasta de pescado, combinando algunas de ellas–, y además primando la materia prima cien por cien andaluza. Es el caso de las pieles que, salvo la de pescado, proceden de Valverde. O, por ejemplo, el tacón que incorporan varios de sus modelos, que es de madera de olivo y que compran a una cooperativa de Jaén para ser posteriormente tratados en Sevilla y luego enviarlos a Valverde. Ahora, con una colección integrada por doce diseños, la intención es adaptar el zapato para el verano, hacer otros modelos más femeninos e introducirles un tacón más alto, pero «siempre manteniendo el sello de Valverde», que utiliza desde hace más de un siglo un sistema de doble cosido Good Year que garantiza una fijación perfecta, logrando, además, un encaje natural entre innovación y tradición.

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